Accesibilidad. Carta abierta al Sr. concejal del Distrito Salamanca

La carta va dirigida a usted, pero se podría generalizar a todos los distritos. Cuatro años de plenos. Muchas promesas. Muchos programas de futuro. Ha pasado mucho tiempo, pero hay poco fruto a recoger. Hablo como mayor.

Somos mayores desde que nuestras abuelas nos decían “qué mayor estás”, hasta la actualidad que nos dicen “para lo mayor que eres, bastante bien estás, qué más quieres”. Pues bien, soy una persona mayor e intento llevar una vida activa, como nos suelen aconsejar. Muchos mayores nos sentimos en unos casos discriminados, en otros excluidos, en otros ninguneados y en la mayoría de los casos invisibles.

Resulta preocupante ver como desde el Ayuntamiento se anuncian programas para los mayores y por otro lado no se hace nada para facilitar que los mayores y las personas más vulnerables podamos participar. No sé si resulta curioso o es una desgracia, pero en el Distrito no tenemos un solo centro público que podamos decir que sea accesible. Ni tan siquiera los de reciente inauguración, que deberían cumplir obligatoriamente la normativa. Soy de los que piensan que la accesibilidad no es cosa de discapacitados: es cosa de y para todas las personas.

Como mayores que somos, en algunos casos tenemos mermadas parte de nuestras facultades y por lo tanto ha disminuido su nivel de eficiencia, pero eso no quiere decir que no podamos hacer aquello que nos gusta. Bueno, no debería significar eso, pero la dejadez, la inoperancia y en algunos casos la ignorancia hacen que nos lleven a esa situación. Pongo ejemplos más allá de aquellos ya conocidos como barreras arquitectónicas, brecha digital, señalización de obras, lectura fácil…

Nos encanta ir a charlas, a presentación de libros, realizar cursos en nuestros centros e incluso asistir como público a los plenos, pero por problemas de audición no vamos. Llevamos audífonos y en ninguna de las salas de nuestros centros hay sistemas de ayuda para nosotros, los bucles de inducción magnética. El chocolate del loro en cualquier obra.

Nos encanta pasear, y así nos lo aconsejan desde todos los estamentos, pero en muchas ocasiones nos tenemos que conformar con dar alguna vuelta a nuestra manzana. Las razones, muchas. Tenemos grandes obstáculos en las aceras: están llenas de mesas y sillas, papeleras, anuncios, motos, patinetes y muchos más obstáculos. Hay también aceras con el suelo intransitable por desperfectos en el pavimento, porque la han levantado los árboles o hay una obra mal señalizada, pasos de peatones peligrosos... El caso es que antes de salir de casa hay que pensárselo mucho y echarle valor, cosa que a nuestra edad también ha bajado de nivel.

Y si al final decidimos salir a pasear, tenemos que pensar muy bien a dónde vamos y por dónde. Se puede dar el caso de que te canses y no tengas bancos accesibles para sentarte o que después de mucho caminar no encuentres un servicio, cosa muy necesaria a nuestra edad; o que tengas sed y no encuentres una fuente. Por cierto, han arreglado la acera de la calle Hermosilla: más de 1.200 metros de calle, solo hay 13 bancos y están concentrados en dos puntos en no más de 100 metros. Eso sí, ninguno cumple la normativa de accesibilidad.

Y si nos llevan o nos traen en coche, la cosa no se pone mejor. En principio, o vives en una esquina o para subir o bajar de un coche tienes que desplazarte por la acera, o lo que es peor, por la calzada, hasta encontrar un hueco entre los coches aparcados para poder pasar. A las terrazas se les permite ocupar la calzada, pero para los peatones con dificultades de movilidad no se destina ningún espacio para llegar a tu portal.

Sr. concejal, los mayores existen, nos dejan Uds. atrás y solo nos tienen en cuenta en campañas electorales. Solamente con cumplir la normativa de accesibilidad y hablando con nosotros, estaríamos encantados.


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