HISTORIAS DEL DISTRITO. ‘Biblioteca popular. Servicio gratuito’
MIGUEL ROMERO MEMBRIVES, 20 de septiembre de 2025
“Yo me convertí en un lector enfermizo gracias a una biblioteca
pública que había cerca de mi casa donde descubrí a Julio Verne”
Juan José Millás, Esquire
Hoy recuerdo con nostalgia la Biblioteca Popular Concha Espina, que se hallaba en Núñez de Balboa, 95. Es inevitable esbozar una sonrisa al observar aquellos años y siento orgullo de haber podido vivir en aquella pequeña biblioteca grandes hazañas acompañando a Tintín, Milú y el gruñón de Haddock volando hacia Sidney en el 714 al Congreso Internacional de Astronáutica; otras fueron bajo los mares en el Nautilus con el capitán Nemo o viajando al centro de la Tierra con Lidenbrock, Axel y Hans; viajar con el doctor Challenger a una extraña meseta en el Amazonas venezolano donde nos atacaron pterodáctilos; escuchar al inteligente Holmes resolver el misterio que rodeaba la muerte de sir Charles Baskerville o acompañar a mi ídolo de entonces Júpiter Jones y a sus amigos Peter Crenshaw y Bob Andrews resolviendo enigmas como el misterio de la sombra riente…
EL CAPITÁN NEMO, a bordo del Nautilus (izq.).
Creo recordar que me adentré también en aquellos mares tenebrosos de Hogdson sabiendo que podía encontrarme piratas fantasmas, quedarme sobrecogido leyendo el poema del cuervo de Poe y no poder dormir durante días después de leer el Drácula de Stoker.
Primera edición de 'Drácula', de Bram Stoker (abajo).
Al entrar por aquel portal me olía a casa, mi segunda casa, después de la de General Oraá... Si Thomas Jefferson señaló que teníamos derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de felicidad, yo lo tuve claro desde que accedí a ella. Si existía un lugar donde encontrarla, era allí.
El 7 de agosto de 2009 el responsable de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, anunciaba su cierre (cerraron también otra biblioteca histórica, Menéndez Pelayo de la plaza América Española nº 2). Con estas medidas ahorraban dinero del contrato de alquiler, además de considerar sus instalaciones “antiguas y una actividad muy por debajo de la media”.
Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, defendía la bonanza de aquella decisión, afirmando que la acción política estaba encaminada a potenciar a las bibliotecas de distrito que pudieran dar mejores servicios a los vecinos. Sin embargo, los vecinos del barrio opinaban lo contrario. Se cerró en verano y en pleno agosto, fecha propicia para evitar quejas.
Entonces, la Subdirección General de Bibliotecas de la Comunidad valoró que la biblioteca pública del Estado (pero administrada y gestionada por la Comunidad de Madrid) Manuel Alvar (2019-2025 cerrada) y la municipal Buenavista (hoy David Gistau) serían suficientes. Lo cierto es que desde entonces el barrio pasaba de contar con 428 puestos de lectura a 240. Y debe ser que los vecinos no estábamos muy contentos. Se redactó una carta de protesta y se colocó un cartel: “No al cierre de la biblioteca”.
Ahorrar costes suprimiendo bibliotecas es fácil; es decir, afirmando que es un gasto y no una inversión. Existen numerosos estudios, como el de 2016 realizado en Navarra por el Consejo de Cooperación Bibliotecaria, donde se demostró que por cada euro invertido en bibliotecas hay un retorno de inversión de entre 3,49 y 4,66 euros. Es lo que llaman ROI, o “Return of investment”, que demuestra lo que devuelve la inversión en bibliotecas.
Y es que en 1978, con menos habitantes en nuestro distrito, apareció en la revista de ANABAD (Federación Española de Asociaciones de Profesionales de los Archivos, las Bibliotecas, los Centros de Documentación, de Información y de Interpretación, los Museos y los Yacimientos Arqueológicos) un artículo de Concepción Herrero Valdés donde afirmaba que para el Distrito Salamanca (191.042 habitantes) se requerían cuatro bibliotecas además de Concha Espina y Menéndez Pelayo.
La biblioteca “Concha Espina” nació en 1923 como “Buenavista”, en un local que se alquiló en la calle Don Ramón de la Cruz nº 60. Aquella biblioteca contaba 42.429 lectores, y su sección infantil (creada en 1927) con 234. Disponía de 220 m2, 101 puestos de lectura, y era atendida por 6 personas. Sabemos su horario (en 1937 se abría de 9:00 a 13:30 y de 16:00 a 20:00) e incluso quién era su director, Amadeo Tortajada.
AMADEO TORTAJADA, archivero y bibliotecario, fundador y primer presidente de ANABAD
Amadeo había sido previamente el director de la Real Biblioteca de Alfonso XIII por petición de María Josefa, sobrina del conde de las Navas. Y posteriormente llegó a ser presidente de ANABAD, organizando y siendo el primer director de las Bibliotecas del CSIC (1949). Tal era la importancia social que daba a la biblioteca que planteó una propuesta para una “Tertulia de Cultura Popular” donde se pondría en contacto con los obreros para “orientar sus gustos, desarrollar su cultura dándoles participación en el comentario de lecturas y disertaciones…”.
Buenavista cerró en 1933 por la inundación del local, y en 1934 se trasladó a Núñez de Balboa nº 95, cambiando su nombre a Biblioteca Popular Concha Espina. Contaba con sala de lectura de adultos (96 asientos), sala de lectura infantil (6 asientos) y un fondo bibliográfico para adultos de 15.238 e infantil de 2.054. Después, otro contratiempo: Concha Espina estuvo cerrada entre 1950 y 1966...
Dejo aquel pasado en el recuerdo, sigo echando de menos aquella biblioteca, la mejor que pude tener siempre. La que tuvimos la suerte de disfrutar la vecindad del Distrito. Ya quitaron en su momento de la fachada aquel “Biblioteca popular. Servicio gratuito” pero creo que sigue en el interior del portal, en el pasillo de entrada, aquel cartel dorado, al entrar a la izquierda y señalando e indicando dónde estaba la biblioteca.
Dedico mis últimas líneas a quienes allí me atendieron, mi especial gratitud hacia Carmen y Julio: siempre me ayudaron y me orientaron cuando fue necesario. Gracias siempre.