En 2021 continúa la violencia machista

En la Facultad de Ciencias de la Información nos insistían en que una noticia es algo fuera de lo habitual. Había incluso un ejemplo típico de tono gracioso, para facilitar su recuerdo: no es noticia que un perro muerda a una persona, sí lo es que una persona muerda a un perro. Así que aplicando esta ley, que en 2021 continúe la violencia machista, que durante este año 70 mujeres hayan sido asesinadas y 12.084 hayan denunciado agresiones y/o amenazas de sus parejas o exparejas quizá no sea en puridad una noticia: es más bien una vergüenza.

Pero que una sociedad que creemos tan avanzada como la nuestra, que debería aprender de los errores y las tragedias que la sacuden y encontrar la manera de irlos solucionando y dejándolos atrás, continúe en 2021 sin resolver una lacra que la avergüenza año tras año, década tras década, sin que la solución se vea siquiera asomar en el horizonte, precisamente por ser ejemplo demoledor de lo contrario, de que no hemos avanzado tanto como creemos y que en algunas cosas estamos aún en las cavernas, convierte de hecho esas cifras en una noticia. En una noticia horrible y vergonzante, que deseo con todas mis fuerzas dejar de dar cuanto antes. Pero lamentablemente me parece que ese día está aún lejos, pues el fenómeno es complejo (aunque se aborda a menudo de forma simplista), las causas son múltiples (y a muchas de ellas no se les presta la suficiente atención) y las políticas de las Administraciones no funcionan (para prueba, las víctimas).

Claro, el primer responsable es el agresor, un varón violento que sigue “la tradición de considerar a las mujeres como objetos, como propiedades, como conquistas”, según describe Feminismos Madrid en el manifiesto de este año para el 25N, Día Internacional por la Eliminación de las Violencias Machistas. Y detrás de él, los valores tradicionales de una sociedad históricamente machista que viene desde tiempos inmemoriales legitimando en su mente tal concepción de la mujer. Pero la cosa tiene más aristas: “Detrás de las mujeres asesinadas, agredidas y amenazadas están los mitos románticos, la posesión y los celos como signo de amor, el matrimonio hasta que la muerte nos separe. Pero también la precariedad, el paro, los trabajos a tiempo parcial y no remunerados, los alquileres imposibles, las pensiones irrisorias, la sanidad pública deteriorada, la pobreza que afecta de manera especial a las mujeres”. En suma, todo lo que hace depender económica o socialmente a la mujer de su maltratador, dificultando sobremanera en bastantes ocasiones que aquélla pueda alejarse de éste.

¿Y qué hay de la Justicia? El manifiesto lo explica perfectamente: “Detrás de las mujeres asesinadas, agredidas y amenazadas está el miedo o la vergüenza de denunciar; está el acoso cotidiano de los medios y de las formaciones de la derecha y extrema derecha, la criminalización social de la lucha feminista, la banalización de nuestras experiencias de violencia y de nuestro sufrimiento psíquico, el trato humillante en comisarías y juzgados, las sentencias judiciales aberrantes, la dilatación de los procesos, que prolongan nuestra vulnerabilidad ante el sistema”.

En fin, este 25N ha vuelto a ser un día amargo; la enésima constatación de que no hemos avanzado. Por favor, hagamos un esfuerzo para que sea la última vez, para que no haya que volver a dar una noticia tan terrible. Señalemos a los agresores, apoyemos y amparemos a las víctimas, reaccionemos ante cualquier indicio de maltrato o agresión (incluso el más leve: el asesinato suele ser el final de un camino agresivo que empieza en lo verbal), exijamos a las Administraciones que afronten el problema en toda su complejidad y doten de fondos suficientes a las políticas que desarrollen… y consigamos erradicar de una vez por todas esta lacra. Ni una víctima más; ni una mujer menos.


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