Parar un genocidio
ROBERTO BLANCO TOMÁS, 13 de septiembre de 2025
Las citadas medidas incluirían la “aprobación urgente de un real decreto que consolide jurídicamente el embargo de armas a Israel”, la prohibición del “tránsito por puertos españoles a todos los barcos que transporten combustibles destinados a las Fuerzas Armadas israelíes”, la denegación de la “entrada al espacio aéreo español a todas aquellas aeronaves de Estado que transporten material de defensa destinado a Israel”, así como la denegación del acceso “a territorio español a todas aquellas personas que participen de forma directa en el genocidio, la violación de derechos humanos y los crímenes de guerra en la Franja”.
Asimismo, tampoco se permitirá “la importación de productos provenientes de los asentamientos ilegales en Gaza y Cisjordania, con el objetivo de combatir estas ocupaciones, frenar el desplazamiento forzoso de población civil palestina y mantener viva la solución de los dos Estados”, y se limitarán “los servicios consulares prestados a los ciudadanos españoles residentes en los asentamientos ilegales israelíes a la mínima asistencia legalmente obligatoria”. También se incrementarán los efectivos españoles “en la Misión de Asistencia Fronteriza que la Unión Europea tiene en Rafah y establecimiento de nuevos proyectos de colaboración con la Autoridad Palestina en los ámbitos de la agricultura, la seguridad alimentaria y la asistencia médica”. Además, se ampliará la contribución a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo con 10 millones de euros adicionales destinados al auxilio de la población gazatí y se aumentará la partida de ayuda humanitaria y cooperación para Gaza para alcanzar los 150 millones de euros en 2026.
A pesar de ser cierto que nuestro país por sí solo no tiene posibilidad alguna de parar el genocidio, es de justicia reconocer que hasta la fecha España es una de las naciones que se está comportando de manera más digna en este asunto. Y, de hecho, tal puede ser nuestra principal contribución: tratar de influir con el ejemplo en el resto de la comunidad internacional para que se den pasos reales en el camino de acabar con el exterminio sistemático del pueblo palestino que está llevando a cabo el Estado genocida de Israel.
Ahora bien, no nos llamemos a engaño: Israel lleva desobedeciendo resoluciones de la ONU desde su nacimiento como Estado en 1948, y como nunca nadie ha tratado de impedirlo de verdad ni le ha pasado nada, ha seguido adelante con sus políticas genocidas. Y da la sensación de que ahora, cuando de forma pública y notoria se ha ido saltando todos los límites imaginables de impunidad, el Gobierno israelí es más consciente que nunca de que puede hacer absolutamente lo que le dé la gana. Porque sabe bien que por muchas palabras de repulsa que se pronuncien, muchas medidas (más morales que efectivas) que se anuncien o muchas movilizaciones de protesta que se realicen, la comunidad internacional nunca ha tenido intención (ni por supuesto la tiene hoy) de intervenir de verdad en la zona para detenerles. Y así están las cosas, para nuestra vergüenza.
Una niña palestina camina por una calle devastada en Gaza buscando comida. Foto: Jaber Jehad Badwan.