Vergüenza ajena

El "barco de los antidisturbios" ha dado mucho juego en las redes sociales. Foto: Twitter.

ANA DE GÓNGORA. Octubre 2017.

Últimamente, en este bochornoso espectáculo que están dando los dirigentes de los Gobiernos central y autonómico de Cataluña, tanto desde uno como desde otro han repetido esta expresión, “vergüenza ajena”, sin el menor sonrojo. Deberían sentir vergüenza, sí, ambas partes, por dar esta imagen del escaso nivel político y democrático que tienen. Vergüenza ajena sentimos quienes asistimos impotentes a estas esperpénticas actuaciones.

Los dirigentes de ambos Gobiernos parecen estar desafiándose para demostrar quién es más machote. Esta forma de actuar solo puede servirles con quienes les siguen como los forofos de un equipo de futbol y solo escuchan a quien quieren oír; los demás, que sí se preocupan y les interesa la cuestión política, están constatando que ambos utilizan el mismo discurso para descalificar al contrario, y lo que resulta evidente es que ambos carecen de argumentos, que ninguno está cualificado para el cargo que ocupa y al que cada uno llegó por circunstancias aleatorias, ninguno de los dos habría llegado a esos cargos por méritos o valor personal, y probablemente a ambos les habría ido mejor en un plano secundario donde no fuera tan visible su incompetencia. Si creían que actuando de esta forma iban a obtener más votos en las siguientes elecciones, pues es posible que sí, pero no en el sentido que quieren, sino en el inverso: parece que cada uno esté haciendo campaña para su oponente.

Aunque también puede suceder que sean mucho mejores actores de lo que creemos y este esperpéntico espectáculo que están representando, todo ese ruido, la exhibición de fuerza por parte de unos (¿lo de alojar a policías y guardias civiles en un ferry decorado con figuras de dibujos animados como Piolín y sus compañeros de historietas es un toque de humor? No parece muy acertado...), la testarudez de otros (que recuerda al baturro que caminaba por las vías del tren oyendo el silbato del mismo, y decía: “Chifla, chifla... Como no te apartes tú...”. Muy adecuado cuando están hablando de choque de trenes, aunque en un choque de trenes que se supone sería frontal, ¿no serían los maquinistas los más perjudicados?), sin haberlo planeado de común acuerdo, a ambos partidos y sus dirigentes les haya venido muy bien para desviar la atención de otras cuestiones más graves y desfavorables para las dos partes.

Creo que el juego, el pulso o como quieran llamarlo, se les ha ido de las manos. Entre auténticos políticos democráticos, los problemas deben tratarse dialogando, debatiendo con argumentos. La ley, la Justicia y las fuerzas del orden están para otros menesteres en una democracia real.

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