Nada ni nadie puede justificar la violencia ni el abuso

ANA DE GÓNGORA. Diciembre 2018.

Cada día vamos conociendo más noticias terribles de agresiones y asesinatos. No voy a poner aquí cifras que pueden verse u oírse en cualquier medio de comunicación, es muy triste que reduzcamos a números de una estadística lo que representa la trágica muerte de una persona con un nombre, con su identidad y su calidad humana y el trauma que sufren, la víctima si sobrevive el resto de su vida y los familiares y personas cercanas a la víctima, y no digamos ya si son niños.

 Estos dramas vienen sucediendo desde el principio de los tiempos, pero no han empezado a tenerse en cuenta, a darlos visibilidad hasta tiempo reciente, hace prácticamente solo unas décadas. Hasta entonces, y en muchos casos incluso ahora, no tienen en cuenta las denuncias de la víctima hasta que ya no hay remedio para ella. Parece que la víctima no es creíble hasta que es evidente que tenía razón porque ha sido asesinada.

Creo que son muchos cambios a todos los niveles los que hay que poner en marcha desde ya. En el marco legal, quienes traten casos de violencia deben tener mayor formación en la relación con las víctimas, trabajar más la empatía, mayor sensibilidad, y en estos casos la presunción de inocencia debe aplicarse a la víctima, no victimizarla más aún. No considerar atenuantes de ningún matiz al maltratador y llevar hasta el final las investigaciones, pero ante todo protegiendo a la víctima.

Otra vía clave es la educación. Creo que es básico, casi diría desde la cuna, estimular la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar de los demás. Algo muy importante también es la coordinación entre las familias y los educadores para que se potencie más los valores humanos, el trabajar en equipo sin fomentar la competitividad, estando atentos y alertando ante abusos o acosos y atajándolos si llegan a producirse. No sirve el consabido “son cosas de niños”. Para que todo esto sea eficaz es muy importante que niños y niñas se eduquen en igualdad, del mismo modo que conviven en la familia y habrán de convivir cotidianamente de adultos. Todo esto ya está funcionando en algunos centros educativos.

Hay voces que están pidiendo en medios de comunicación que se consideren terroristas los crímenes de género o machistas, como quieran llamarse; y yo no sé si incluyen, pero yo sí lo haría, los crímenes homófobos, xenófobos y todos los actos violentos y agresiones por odio o fobias, que vienen a ser lo mismo.

 

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