Mayores, soledad y accesibilidad

¿Cuáles son algunas de las mayores preocupaciones que tenemos las personas mayores? ¿Cuáles y cuántas de ellas son parte de las causas de la soledad existente entre nosotros? Éstas son dos de las preguntas con las que de forma constante trabajamos desde las asociaciones de mayores para afrontar semejante lacra y dar posibles soluciones a las mismas. Si revisamos los informes que sobre el tema de soledad no deseada se publican desde diferentes organismos, públicos y privados, podemos sacar algunos factores comunes que de alguna forma responden a esas preguntas.

De los informes de la Comunidad de Madrid (Factores de vulnerabilidad en la soledad de las personas mayores), coincidentes con los correspondientes del Ayuntamiento (“La soledad no deseada aparece cuando el entorno social no favorece establecer relaciones interpersonales o éstas son poco satisfactorias, pudiendo esta situación afectar a la salud”) y de otras varias instituciones, de entre otros factores que también influyen en las causas de la soledad no deseada queremos destacar aquellos sobre los que hay posibilidades de actuación para disminuir sus efectos sobre la misma: deterioro mental y cognitivo, deterioro físico, pérdida de la vitalidad y energía, pérdida de independencia, pérdida de autonomía, pérdida de autoestima, pérdida de posibilidades de relaciones sociales y perdida de posibilidades de realizar actividades culturales, deportivas y de ocio.

Si analizamos uno a uno estos factores, nos daríamos cuenta de que con unos buenos niveles de accesibilidad y con las ayudas técnicas correspondientes muchos de esos problemas podrían, si no desaparecer, al menos aminorarse lo suficiente para poder ser sobrellevados por bastantes personas mayores sin grandes repercusiones.

Son muchos los programas y proyectos que se están desarrollando desde las instituciones, tanto nacionales como autonómicas y locales, para paliar los efectos de la soledad no deseada, pero en muy pocos de ellos se relacionan parte de esas causas con la falta de accesibilidad en general. Todos esos programas y proyectos se esfuerzan en ofrecer recursos, pero prácticamente ninguno de ellos hace nada para facilitar el acceso a los mismos.

Vale de muy poco el poner una rampa y un ascensor en un centro de mayores o centro cultural si luego no hay aseos adaptados, la iluminación no es adecuada, si no se tiene en cuenta los contrastes cromáticos al señalizar la información, si no se cuenta con bucles magnéticos en los salones de actos y en las aulas, si los cursos no están adaptados, si no hay intérpretes de lenguaje de signos, si no hay medios de audiodescripción, y podríamos seguir añadiendo situaciones durante un largo rato. Si en los centros, y en otros muchos recursos, no me siento cómodo, y voy a tener que depender de que alguien esté pendiente de mí de forma constante, por falta de accesibilidad, no voy al centro y me quedo en casa.

¿De qué nos vale el gran esfuerzo que se está haciendo para que los medios de transporte sean accesibles si no podemos llegar hasta ellos? Porque cuando no hay obras mal señalizadas, las aceras están ocupadas por mobiliario auxiliar de terrazas, de motos, de patinetes, de macetones, de anuncios, de alcorques levantados, con cruces peligrosos, charcos en los cruces por atasco del alcantarillado, y más, y más, y más. Si salir a la calle me va a suponer una tensión constante y un problema, me quedo en casa.

Y en materia de tecnología, casi es mejor no hablar. La falta de accesibilidad en las páginas web oficiales, que ya en el año 2007, con la Ley 56/2007, de obligado cumplimiento, nos excluye de muchos recursos y servicios. De las pocas que son accesibles, la mayoría no son usables. En este sentido hay que decir que la usabilidad, o sea que una página web se pueda utilizar sin grandes conocimientos y fácilmente, es parte de la accesibilidad. Seguiremos esperando.

Por otro lado, los mayores estamos obligados a tener dispositivos electrónicos, a tener internet y a saber manejar los dispositivos y las aplicaciones. Todavía encontramos anuncios en los centros públicos que dicen: “Las inscripciones se harán vía página web. Si se quiere hacer de forma presencial, pida cita a través del siguiente correo electrónico”.

Dejemos para otra ocasión el tema de la accesibilidad en los centros de salud y hospitales y todo lo que conlleva su uso. Igualmente trataremos en otra ocasión el tema del uso de bancos, que estamos obligados a usar, de las empresas eléctricas, de gas, seguros, etcétera.

Pues bien, que quede claro que la accesibilidad no es cosa  solo de mayores: de ella se beneficiarían igualmente las personas con diversidad funcional, las personas que de forma temporal sufren de alguna discapacidad, los alumnos en los centros escolares, todos los niños en los parques infantiles, las personas que llevan cochecitos de niños, las personas con movilidad reducida, etc. En definitiva, la accesibilidad es para todos los ciudadanos, sea cual sea su condición y característica.

“La accesibilidad es un derecho, y su cumplimiento una obligación”.


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