Así se ha ‘revalorizado’ mi casa
MARISA SAN JOSÉ, DE AFECTADOS M-30 AFECTADOSM30@GMAIL.COM, 25 de noviembre de 2025
Crónicas de la losa (VI)
Hace tiempo que sé que mi vivienda ha subido de precio, así que hoy he decidido comprobarlo y he probado en un “portal” a ver cuánto cuesta la casa que compré por 27.500€ (cuando eran 4.500.000 de pesetas). Su precio actual es de ¡457.000€!
Mi pareja me ha dicho lo obvio, lo que se están diciendo (al parecer) miles de vecinas y vecinos de la zona cercana a la Losa de Ventas: “La vendemos y somos ricos…”. Claro, y luego nos vamos a vivir debajo de un puente.
Hay un pequeño detalle, los 457.000€ son el precio para “comprar” la vivienda, es decir, es lo que un banco está dispuesto a dar para una hipoteca. Ahora bien, si lo que pretendes es venderla, el resultado es notablemente inferior. Aun así, 350.000€ es una cantidad que no he tenido en mi vida y seguiré sin tener, porque… ¿adónde me voy?
De entrada tendría que ser fuera del barrio en el que he vivido los últimos 50 años, porque todas las viviendas de la zona también se han “revalorizado”. Y tampoco puedo irme al barrio de mi infancia, donde los descampados de la avenida del Mediterráneo en los que jugábamos de pequeños han sido sustituidos por torres con precios muy parecidos a los de mi casa, así que lo uno por lo otro, me quedo como estoy.
Si ésta es la “revalorización”, ¿entonces por qué la gente se entusiasma con la subida del precio de las viviendas en los entornos que se ponen de moda, como sucede alrededor de la Losa de Ventas? Estas subidas solo significan que los especuladores (fondos buitres y desaprensivos en general) pueden hacer negocio expulsando de los barrios afectados a las personas con menos medios porque les ponen alquileres abusivos o les hacen la vida imposible para obligarles a vender, que de eso también hay (y no poco).
Lo mismo pasa con los locales comerciales, que son presionados para transformarse en pisos turísticos, y los que sobreviven a alquileres imposibles se transforman en las franquicias presentes en cualquier barrio. Así perdemos vecinas y vecinos a los que conocemos y tratamos, comerciantes con los que hablábamos y que nos resolvían las compras sin necesidad de coger el coche, y bares que desaparecen junto a sus parroquianos. Esa antigualla que combatía la soledad sin necesidad de programas municipales. Ya no bajaremos al bar de la esquina para charlar, porque ahora habrá un gastrobar al que llegarán personas de cualquier parte, con su coche, y ni siquiera los camareros estarán el tiempo suficiente para que podamos hacer amistad: con sus contratos precarios se sucederán unos a otros.
Este futuro es el que nos espera si aceptamos sin rechistar que la ciudad no es el lugar en el que vivimos, sino el lugar en el que algunos hacen negocios a costa de nuestras costumbres, de nuestra vida. Perdemos la “humanidad” de los barrios y las relaciones humanas en las que nos apoyamos y crece la soledad no deseada. Pero no hay que preocuparse, porque el Ayuntamiento cede un negocio a una empresa para que nos “cuide” de esa soledad... mientras podamos pagarla.
Nuestros barrios no necesitan pisos cada vez más caros. Necesitamos viviendas para vivir en ellas, no para venderlas, con precios asequibles para que las personas trabajadoras puedan vivir y llevar a sus hijos a colegios públicos. ¿Cuántas viviendas asequibles se podrían construir con 95 millones (el coste de la Losa de Ventas)? ¿Cuántas escuelas y servicios públicos cubrir con todo ese dinero?
La losa es un proyecto que solo beneficia a los especuladores, y la “revalorización” tan cacareada una trampa que en realidad nos hace a todas las vecinas y vecinos más pobres porque nos quita las relaciones humanas y las costumbres en las que se apoya nuestra convivencia, nuestra vida.
Muchas no nos resignamos y nos hemos organizado para resistir este modelo de ciudad que no tiene en cuenta a los que vivimos en ella, un modelo de ciudad que solo mide el dinero que produce a unos pocos y que a otros nos cuesta la vida. No queremos una losa en la zona más contaminada de nuestros barrios (la M-30), queremos que inviertan 95 millones en llenar las calles de árboles y en cuidarlos después, a ellos y a nosotros.
No han revalorizado tu casa… han arruinado tu barrio.
