El coronavirus y el corinnavirus

Hoy se habla mucho más del coronavirus que del corinnavirus. El coronavirus también  se conoce como COVID-19; el corinnavirus como CoriZS-W. Por Corinna Zu Sayn-Wittgenstein, el vector de transmisión más reciente. A lo que parece, el coronavirus ha pasado del animal al ser humano y éste lo ha contagiado a otros de su misma especie; el corinnavirus, también.

Me atrevería a decir que el corinnavirus es tan importante como el coronavirus. Lo que ocurre es que el coronavirus causa estragos en personas de cualquier clase social, mientras que el corinnavirus, como la hemofilia, por lo general infecta a gentes de elevada alcurnia. Las gentes de elevada alcurnia suelen desempeñar cargos de altísima responsabilidad política, de ahí la importancia que cobra al ser contraído el corinnavirus.

Aunque no lo parezca, los virus tienen género. Mientras el coronavirus es masculino el corinnavirus pertenece a la clase femenina. El coronavirus posee una especie de aureola de proteínas espiculares en forma de aro real; el corinnavirus es elegante, rubia y de ojos azules, bastante atractiva, con relojes carísimos, lo que le facilita la invasión de sujetos de familias de mucho copete.

El coronavirus puede provocar inflamación de los alvéolos pulmonares, con tos y fiebre; el corinnavirus ataca la zona cerebral conocida como el área de Brocca o del lenguaje, y hace decir al paciente: “Lo siento, me he equivocado. No volverá a suceder”. Y cosas por el estilo.

Uno de los vehículos transmisores del coronavirus son los aerosoles que difunde al estornudar quien padece la infección. El corinnavirus se hospeda generalmente en los elefantes de Botsuana y puede adquirirse cuando se da caza a tales paquidermos.

Los síntomas que produce el coronavirus son físicos: dificultad respiratoria, fatiga, temperatura corporal superior a los 37 grados y expulsión violenta del aire de los pulmones por la garganta, con un ruido característico. Los del corinnavirus, en cambio, son económicos: el paciente ni tose, ni estornuda, ni tiene fiebre; lo que hace es que cobra comisiones poco serias de cien millones de euros o más, en ciertas operaciones comerciales. Y lo más significativo: que, con un impulso irreprimible, de esos cien dona 65 al hijo de una amiga extranjera y dos a otra amiga de las Baleares.

En casos extremos, la infección del coronavirus lleva a la UCI, para ser tratado con cócteles de antivirales. El tratamiento del corinnavirus, en cambio, se basa en abdicaciones y, cuando es más resistente, se añade la retirada drástica de asignaciones anuales próximas a los doscientos mil euros. En este caso no se establece el metro y medio de distancia de seguridad del infectado, sino cuantos más kilómetros mejor, ya que el corinnavirus es muy activo y por menos de nada contagia a toda la familia.

De todas formas, querido lector, es poco probable que tú lo adquieras. Porque supongo que no tendrás sangre azul, ni  una altísima dignidad o empleo de los que abdicar, y mucho menos un sueldo de doscientos mil machacantes al año. Así que con que te laves con frecuencia las manos con jabón o soluciones hidroalcohólicas y te pongas la mascarilla cuando salgas a la calle será suficiente.

Tu riesgo es el corona, no el corinna.

Aunque a lo mejor lo lamentas.

Porque el corinnavirus es más guapo.

PGARCÍA



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