‘Aún no sé a qué me voy a dedicar de mayor’

Miguel Ángel Almodóvar, investigador jubilado y divulgador en nutrición y gastronomía

En marzo les acercamos a Miguel Ángel Almodóvar, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, doctor en Historia del Pensamiento y máster en Criminología. Investigador en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y en el Centro de Investigaciones Medioambientales y Tecnológicas, durante largas etapas su actividad se ha centrado además en el periodismo, especialmente como divulgador en nutrición y gastronomía en prensa, radio y, sobre todo, televisión. Es autor de 26 libros, miembro del Comité Científico del Foro Gastronomía y Salud y colabora en los canales de TV Historia, Canal Cocina y Telemadrid, en los diarios Diariocrítico y Madridiario, en las revistas El gastrónomo zaragozano y Otros destinos, en el programa radiofónico Madrid Directo de Onda Madrid, y en la web A Fuego Lento.

Miguel Ángel Almodovar, junto a Bibiana Fernández y Jaime Cantizano. Foto: Cedida.

En sus palabras, ¿quién es Miguel Ángel Almodóvar?

Quizá podría resumirlo en que soy un fruto de mi tiempo. He leído y escrito mucho, docenas de libros y miles de artículos; he hecho teatro infantil profesional y diseño de refinerías petroquímicas; he sido investigador en dos instituciones públicas; he trabajado casi 30 años, como locutor y guionista, en radio y televisión; he dado clases en la universidad; he sido asesor de multinacionales farmacéuticas y de dos ministros; he dedicado décadas a la divulgación científica, fundamentalmente en el ámbito de la nutrición y la salud. Llevo siete años y medio jubilado, pero sigo escribiendo un artículo semanal para prensa y colaborando en distintos programas de radio y televisión. En el arrabal de senectud, aún no sé a qué me voy a dedicar de mayor.

El entrevistado junto a Stephen Hawking y su entonces esposa en 1989. Foto: Cedida

De su trayectoria, ¿de qué momentos guarda los mejores recuerdos?

Probablemente de la etapa en la que, como asesor de la secretaria de Estado de Universidades e Investigación, Carmina Virgili, y después del ministro de Educación y Ciencia, José María Maravall, participé activamente en el diseño de la Ley de la Ciencia. Preparaba los debates parlamentarios de mis jefes y viajaba frecuentemente a Europa para negociar los distintos programas de investigación y ciencia que se cocían en Bruselas, ciudad que adoro.  Después, como asesor científico de la OEI, viajé muchísimo y organicé multitud de actos en los países iberoamericanos. Otra experiencia fascinante.

El entrevistado junto a Teresa Campos. Foto: Cedida.

¿Y el mayor reto?

Compaginar mi trabajo en la Administración con la asidua colaboración en programas de radio y televisión. Finalmente, cuando a Teresa Campos le ofrecieron las mañanas de Tele 5, tuve que tomar la decisión y pedí la excedencia en la función pública, aunque finalmente retomé el servicio activo durante los últimos cinco años de mi vida profesional.

¿Qué es lo que más le satisface de su labor?

Divulgar entre el público lo mucho que voy aprendiendo en mis lecturas de revistas científicas y de salud. Creo que he sido pionero en varios campos, como la dieta mood food o cocina de la felicidad, la trascendencia de la microbiota intestinal y de los fermentados, la alimentación antiinflamatoria para afrontar la COVID-19 o los graves peligros para la salud del consumo de azúcar invisibilizado en productos ultraprocesados.

¿Cómo ve el mundo de la sociología en nuestra ciudad?

La mayor parte de la sociología que se hace es la que da dinero, testando productos de consumo o haciendo encuestas de opinión. Me interesa muy poco. Creo que hace falta investigar en la sociología de lo real y sobre todo en lo que se refiere a la calidad de vida ciudadana.

¿Y en su otra faceta de nutricionista?

Como decía hace un momento, leo cada día publicaciones científicas y nutricionales de rigor contrastado y en la medida de mis posibilidades trato de desmentir en los medios la ingente cantidad de sandeces que hacen populares personajes como Gwyneth Paltrow. Más modestamente, informo a mi entorno y, por citar un par de ejemplos, no hay embarazada que se vaya sin la lección bien aprendida de lo importante que es, para ella y su futuro bebé, tomar suplementos de DHA o ácido docosahexaenoico, ni amigo que deje de saber sobre la insalubridad de los zumos y smoothies de frutas y verduras, que, al carecer de fibra, se metabolizan directamente en el hígado.

El entrevistado, presentando su libro "La última cena" . Foto: Cedida

¿Proyecto o proyectos en los que participa actualmente?

Estoy muy ilusionado con un libro que espero se publique pronto, en el que he desarrollado una suerte de vidas casi paralelas entre el poeta Miguel Hernández y la fotógrafa Tina Modotti. También trabajo en una relectura atenta del libro que doña Emilia Pardo Bazán publicó hace 110 años con el título de La cocina española antigua.

Aspiraciones a futuro, u otros propósitos.

En este punto y puesto ya el pie en el estribo, voy a dejar que hable el hidalgo manchego que todos llevamos dentro: “El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y con todo esto llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir”.

En la Feria del Libro de Cartagena. Foto: Cedida.

¿Cómo es su relación con el Distrito Salamanca?

Soy hijo del barrio. Nací en la Maternidad de Santa Cristina y me bautizaron en Nuestra Señora de Covadonga. Mi relación con el Distrito ha tenido dos etapas. Durante mi infancia y adolescencia iba con frecuencia a la comisaría de Policía del Barrio Salamanca, donde trabajaba mi padre. Allí me cortaban el pelo, merendaba y charlaba con los agentes. Como adulto, mi relación ha sido y es netamente hostelera. He tomado y tomo vinos en Lavinia; cervezas en Thomas; pinchos en Jurucha, La Conserva y El Rincón de Jaén; cocis o piris en Casa Carola; pato laqueado en Hutong. La lista sería interminable.


  Votar:  
  Resultado:  
  0 votos