La vida en el WhatsApp

CARLOS GÓMEZ CACHO. Noviembre 2017.

Ya hace tiempo que el WhatsApp forma parte de nuestra vida cotidiana, facilitándola en muchos aspectos, aunque, con respecto a su uso, también han empezado a surgir problemas personales, profesionales, e incluso legales.

Como suele pasar en temas de tecnología, las personas manejamos dispositivos, servicios, aplicaciones, etc., pero muchas veces no sabemos utilizarlos. Cuando empezamos a usar un servicio de mensajería como el WhatsApp, deberíamos plantearnos cómo puede afectar a nuestro entorno (amigos, familia, clientes…), es decir, la forma en cómo lo utilizaremos. Por ello es frecuente oír quejas de personas que están desbordadas por los wasaps que reciben, bien por la gran cantidad, bien por el tipo de mensajes que les llegan. En general todo el mundo da de alta a todos sus contactos en WhatsApp y se apunta a todo tipo de grupos, sin reflexionar un momento de lo que eso le va a significar en su vida cotidiana.

Al igual que sucedió, y sigue sucediendo, en las redes sociales, donde no controlamos mucho lo que compartimos y cómo lo hacemos, en ocasiones llegando a provocar problemas personales y profesionales, en la mensajería instantánea, por su característica de inmediatez y sencillez, aún nos puede afectar más. Cadenas de bulos, insultos, amenazas, opiniones muy significativas, llegan a mucha gente de la que no somos conscientes que pueden molestar u ofender. Simplemente el colocar una imagen “especial” en nuestro perfil, puede dar lugar a situaciones complicadas.

Pero todo esto se puede agravar más cuando interfiere con el campo profesional, pues es fácil tener mezclados en la lista de contactos a amigos, clientes, proveedores, conocidos, etc., pudiendo llegar a perder clientes por esa forma de actuar. Incluso también se puede llegar a tener un problema legal, como ha ocurrido recientemente con el caso de un restaurante que creó y utilizó un grupo de WhatsApp, sin permiso de los afectados, infringiendo la LOPD, y convirtiéndose en la primera infracción que la Agencia Española de Protección de Datos ha dictado respecto a este servicio.

Por último, recordar a los profesionales que muchos datos no pueden ni deben comunicarse por mensajería instantánea.

Quizás, en estos casos, deberíamos aplicar aquella regla de "no hagas lo que no te gustaría que te hicieran". Si en la vida real somos respetuosos y educados, ¿por qué no seguir siéndolo en el mundo virtual?

Aprovechemos a realizar un repaso de nuestros contactos, perfiles y grupos, por si fuera bueno borrarlos, cambiarlos, o darlos de baja.

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