El material con el que se forjan los sueños

“Durante una hora y media pude ser feliz
Comiendo chocolate y palomitas de maíz
Sintiendo que era yo el que besaba a aquella actriz”
El cine. Mecano  

En marzo de 2020 descubrimos nuestra fragilidad y un miedo desconocido hasta entonces. Por el camino se perdieron muchas vidas, y entre rabia y tristeza, observábamos estoicamente las imágenes que escupía salvajemente la televisión (hospitales llenos que después nutrían tanatorios y cementerios con miles de cadáveres).

La soledad no deseada, los abrazos rotos, la claustrofobia…

Frente a la adversidad reencontramos héroes y heroínas (sanitarios) que dieron un decidido paso al frente (partiendo desde la tradicional precariedad de contratos infinitos y horarios inhumanos) para que no pudiera con nosotros, para impedir una tragedia aún mayor. Les dejamos de aplaudir (injustamente) cada tarde a las 20:00 mientras la lucha aún seguía, y sigue…

► Recortes publicitarios de los cines Victoria (izquierda) y Bahía (abajo)

Mientras escribo estas líneas, encuentro unos recuerdos de Pedro Almodóvar (Warren Beatty, Madonna y yo, en El Diario 01/04/2020), que también padeció la COVID-19. Refiere que un hecho tan trivial como es vestirse y salir a la calle cuando pudo le pareció en aquel momento tan especial como cuando estrenó (27/10/1980) Pepi, Luci y Bom y otras chicas del montón en el Cine Peñalver (calle del Conde de Peñalver, 59): “Aunque era un cine de reestreno, para mí era como si estrenara en el Kodak Theatre de Los Ángeles. Era la primera vez que veía con público una película mía, la primera vez que en un cine real y de circuito comercial, con sus butacas llenas de gente, los espectadores contemplaban imágenes creadas por mí, con mis amigos, durante el año y medio que duró el rodaje.”

Esta simbólica première de Almodóvar pudo llevarme a hablarles de la sala Rock Ola (Padre Xifré 3, ahora 5), una de las referencias de la Movida… En realidad, quiero recordarles los cines de barrio, los que existieron en Guindalera.

► El Cine Marvi, fachada diseñada por Felipe Heredero y Carlos Sobrini

Guindalera contó con tres salas de cine: Victoria (Francisco Silvela 48, esquina con José Picón), el Marvi (Cartagena 59, esquina con Coslada), y el último en crearse, el pequeño Bahía (Cartagena, 30).

El Victoria era un proyecto denominado Cine Ronda (1935), realizado por el prestigioso arquitecto Luis Gutiérrez Soto (el Cine Callao, el edificio de La Unión y El Fénix en la Castellana o el Ministerio del Aire [hoy Cuartel General del Ejército del Aire] son parte de su obra) para dotar al bulevar de paseo de Ronda (Francisco Silvela) de una de las mejores salas de cinematografía del momento y una sala de fiestas.

Les recomiendo ver el cortometraje Se vende un tranvía (1959) de Juan Estelrich, con guion de Rafael Azcona y Luis García Berlanga. Los personajes hacen uso del tranvía 137, bajándose a la altura de Azcona. Pueden ver tanto el bulevar como el mismo Cine Victoria a la derecha, a lo lejos…

El Victoria se inauguró el 16 de marzo de 1940 con Viento en Popa (Sailing along), una película británica de 1938. Muchas personas recuerdan la primera etapa del Victoria, su sesión doble, la sala de fiestas, sesiones de los jueves… Hubo una segunda etapa como multisalas.   

La otra sala popular era la Marvi, que disponía también de un edificio diseñado por arquitectos de prestigio: Felipe Heredero y Carlos Sobrini. Se estrenó (22/09/1958) con la intención de competir con los cines cercanos (Mónaco [después sala Rock Ola], López de Hoyos, Royal y Covadonga en la Prospe; el Victoria en Guindalera; y el Mola y Oráa en Salamanca), y ofrecer lo mismo que se ofrecía en Callao y Gran Vía sin tener que desplazarse.

El Bahía (1961) fue el último en llegar. En sus últimos días pasó a ser Cine Estudio Groucho. Al parecer solo contaba con un patio de butacas.

Acudir a dichas salas de cine de barrio era un hecho social, pues eran algo más que un espacio cultural: eran un espacio de convivencia vecinal. También representaban una experiencia vital: muchas parejas nacieron al salir de una sala de cine, muchos amigos se reencontraron, muchas familias y niños tenían cerca la posibilidad de tener una ventana abierta a otras realidades, a otros mundos.

► Primera película proyectada en el Marvi

Todo ese pasado ya no existe: el Peñalver (1999) pasó a convertirse en una tienda de impresoras; el Marvi (1980) en bingo, para mutar después a supermercado; el Bahía (1993) y Victoria (2018) directamente. Defendamos las salas de cine que aún nos queden, esperemos que abran alguna en Guindalera.

Deseo cerrar, y creo que me puede ayudar Ray Davies con Celluloid Heroes (The Kinks). En su letra deseaba que su vida fuera una película de Hollywood sin fin, porque los héroes de celuloide nunca sienten ningún miedo.

Podemos salir de ésta. Seguro.


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