HISTORIAS DEL DISTRITO. Amar y vivir

A mi padre

Pensaba titular este artículo El recuerdo que seremos porque rondaban por mi cabeza, en estas fechas agridulces, el título de la película de Trueba, el libro de Abad Facioline y el verso apócrifo de Borges.

En 1987 unos paramilitares asesinaron al padre del escritor y periodista colombiano Héctor A. Facioline. Entre los objetos que encontraron en su cadáver, el escritor afirma que se encontró en uno de sus bolsillos un verso de Jorge Luis Borges: “Aquí. Hoy”. Facioline reflexiona en el libro dedicado a su padre que una vez morimos sobrevivimos en el recuerdo de las personas que nos quieren durante unos años.

Miren, yo quería contraponer al “olvido” el “recuerdo”. Como afirmaba el autor uruguayo Eduardo Galeano, la palabra “recordar” proviene del latín “re-cordis”, “volver a pasar por el corazón”. Y, con su permiso, voy a sintonizar imaginariamente una radio singular, una radio Blaupunkt Milano 3D (1955), y en ella se escucha Toda una vida, de la compositora cubana Isolina Carrillo, cantada por Antonio Machín: “Toda una vida / me estaría contigo. / No me importa en qué forma, / ni dónde, ni cómo, / pero junto a ti…”

¿Cuántas parejas no la han podido bailar pegados en una fiesta popular, en un baile o en el de fin de año? Puedo citar Dos gardenias, Bésame mucho, Somos novios, Cuando me besas, Amar y vivir, Toda una vida... y muchas otras más. Hay otras trágicas, como la estremecedora Espérame en el cielo. Y cómo no, también existen las de desamor y desengaño, como pueden ser Quizás, quizás, quizás, Verdad amarga, No me vayas a engañar y Corazón loco. Angelitos negrosNegrito ¿de qué? podríamos considerar que son un alegato contra la discriminación racial. No debemos olvidar el tema Madrecita, un clásico en su repertorio.

Al artista cubano le costó cuajar en nuestro país.

Machín saltó de Cuba a Nueva York, donde se labró un buen currículo en varios escenarios (entre ellos Broadway), primero con bandas de música de otros compatriotas, después con su propia formación llamada Cuarteto Machín (un tiempo llamada Sexteto). Allí tuvo sus primeros éxitos con Aquellos ojos verdes de Adolfo Utrera y Nilo Menéndez y El manisero del compositor y pianista Moisés Simons. Con esta última Machín se apunta el primer éxito de ventas de la música cubana en EE UU.

Vino a Europa a finales de los treinta intentando triunfar en Londres y en París. Todo le iba bien, tuvo gran éxito e incluso hizo gira por Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Alemania. El escritor Alejo Carpentier resume esta etapa: “Buena prueba de su talento está en el hecho de que ha logrado convencer sin dificultad a dos públicos tan disímiles como el inglés y el francés”.

Machín, en su casa de General Mola 86, donde vivió toda una vida con su amor.

En 1939 pasa a España, y de todo a nada. En Madrid, no teniendo dinero para comer y siendo un perfecto desconocido, llegó a cantar gratis, subiéndose de repente al escenario de una sala de fiestas madrileña que había en la plaza de Tirso de Molina, lo que hoy es el Teatro Nuevo Apolo, llamada Conga. En Barcelona cantó en pequeños cafés por unas pocas pesetas hasta que alguien reparó en aquella voz, el director de orquesta José Valero.

El primer éxito a nivel nacional tardó en llegar: tuvo que esperar a 1947 con Angelitos negros. Después vinieron centenares de éxitos basados en composiciones de los cubanos: Oswaldo Farrés (Madrecita, Toda una vida, Quizás, quizás, quizás), Isolina Carrillo (Dos gardenias). También en su repertorio contó con los mexicanos Consuelo Velázquez (Bésame mucho) y Alberto Domínguez Borrás (Perfidia).

Portada de un recopilatorio de grabaciones tempranas del artista.

Le preguntaron en una ocasión sobre su éxito: “Yo baso mis triunfos sobre dos buenos pilares: la letra de mis canciones y la forma en que las digo. Todo el mundo las entiende y vibra con ellas…”

Falleció a los 74 años, el 7 de agosto de 1977, en Madrid, en su domicilio de General Mola 86, donde vivió toda una vida con su amor Angelita. Después lo llevaron a Sevilla, al cementerio de San Fernando, donde sus compatriotas y quienes le admiran le homenajean rociando su tumba con ron y cantando todas las canciones.

La figura de Machín está ligada a la cultura sentimental de muchas generaciones de la posguerra. Fue construida a través de la radio: la voz de Machín, Juanito Valderrama, Concha Piquer, Rafael Farina, Antonio Molina, Paquita Rico y muchos otros.

Y he decirles que no dudo que también de la mía. Hoy no puedo evitar recordar todos aquellos viajes con mi padre en el Simca 1200 de la familia, entre Madrid y Villanueva de Córdoba, por la N420. Me parece verlo poner una casete y comenzar a escuchar la voz de Machín con letra de Consuelo Velázquez, que con palabras sabias nos enseña que: “Se vive / solamente una vez: / hay que aprender a querer y a vivir / hay que saber que la vida se aleja / y nos deja llorando quimeras.”

Tumba de machín en el cementerio de San Fernando (Sevilla), donde le homenajean sus admiradores.


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