La ludopatía no es un juego



ROBERTO BLANCO TOMÁS. Febrero 2019.

En los últimos años hemos asistido a una proliferación del juego, fenómeno fomentado desde los medios de comunicación. No me refiero al pillapilla ni a la play, sino a otros como el póker online y las apuestas deportivas tanto en directo como en línea. Y qué quieren que les diga, me llama la atención que siempre se nos haya “protegido” con tanto énfasis de las drogas, el tabaco o el alcohol, y en cambio las primeras figuras del deporte hagan sin reparos promoción de las citadas actividades, siendo la ludopatía un trastorno adictivo que además en los últimos años ha experimentado un crecimiento preocupante: el registro de personas que tienen vetada su entrada en los locales de apuestas por este motivo ha pasado de 4.227 en 2013 a 17.735 a finales de 2017 en la Comunidad de Madrid.

En cuanto a la proliferación de estos locales, cualquiera puede ver dando un paseo la magnitud del problema sin necesidad de consultar las cifras. No obstante ahí van: según datos de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid, en cinco años las casas de apuestas han crecido un 300% en la región, y los salones de juego han pasado de 257 a 385. Si nos fijamos en la capital, el crecimiento más grande se ha producido en los barrios con las rentas más bajas, pero la verdad es que ningún distrito se salva. Como digo, pueden comprobarlo con facilidad, y si se fijan verán además que en el público de estos locales abundan los jóvenes, probablemente porque en ellos las consumiciones suelen ser muy baratas o incluso gratis con la apuesta, lo que de rebote resulta también inesperada competencia para los bares del barrio. Como comprenderán, hay que hacer algo.

Eso mismo piensa la FRAVM, que en octubre iniciaba una campaña basada en la propuesta de una batería de medidas que resultan de lo más razonables. La federación pide una ley sobre el juego que tenga en cuenta la nueva situación y los medios electrónicos, la declaración de zonas de especial protección de población vulnerable y una distancia mínima entre estos locales y de ellos a espacios sensibles como los centros educativos. También un mayor control en el registro de jugadores, tanto en la modalidad presencial como en la online, auténtico “coladero” de menores y personas a las que ha sido restringido el juego por su adicción, así como la obligatoriedad del pago a través de entidad bancaria a partir de una cantidad determinada. La FRAVM también pide que se publiquen periódicamente informes oficiales sobre este asunto, que se limite la publicidad de este tipo de negocios y que se destine un porcentaje de los beneficios publicitarios a campañas para la prevención de la ludopatía. Y muy importante: que se evite la gratuidad de las consumiciones en estos locales y que se regulen de manera más restrictiva sus horarios y visibilidad.

Sobre este particular, la CAM publicó un proyecto de decreto que ha estado en periodo de información pública hasta el 26 de diciembre y cuya versión definitiva aún no ha sido publicada. La FRAVM presentó alegaciones por entender que no concreta nada, pero hasta el momento la CAM no ha hecho caso a la federación y se ha negado a reunirse con ella, lo que demuestra el interés que tiene en solucionar este problema. Algo más ha mostrado el Ayuntamiento, que a finales de enero ha aprobado por unanimidad la petición del grupo socialista de limitar la publicidad exterior de los locales de apuestas, hacer un estudio sobre esta cuestión, una campaña de inspección y apertura de expedientes cuando se incumplan el aforo o la prohibición de entrada a menores y otra campaña de prevención. Ciudadanos y PP se abstuvieron en la petición de regular distancias mínimas entre locales y respecto a los centros educativos, y todos los grupos salvo el PP, que también se abstuvo, han instado a la CAM a que tramite cuanto antes el decreto. Es un principio, pero hace falta bastante más, porque la ludopatía no es un juego.

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