En el bucle



 

ROBERTO BLANCO TOMÁS.

Bueno, pues ya estamos aquí otra vez hablando de lo mismo. Por supuesto, me refiero a la posibilidad de unas nuevas elecciones generales. Créanme que ya me gustaría dedicar este espacio a cuestiones más interesantes o constructivas, pero no me dejan opción: es el tema más comentado por todas partes, y esta sección se llama “Tema del mes”… “No queda sino batirnos”, que diría Gualterio Malatesta al Capitán Alatriste.

En cualquier caso, se va confirmando algo que ya avisábamos en ediciones anteriores de esta telenovela. Decíamos que, con esta forma de organizarnos y las reglas que la rigen, y vista además la actitud de los distintos líderes políticos, corremos el riesgo de entrar en un bucle y pasarnos el resto de nuestros días votando cada medio año. Puede parecer una exageración, pero es perfectamente posible: en la normativa que regula los procesos electorales en nuestro país no estaba previsto lo que está ocurriendo, y no hay límite alguno. Así que así estamos…

Cierto es que todavía habría tiempo para buscar otra alternativa, algún tipo de alianza, una nueva investidura… Pero en este año no hemos visto a los líderes de las diferentes formaciones políticas moverse ni un milímetro de donde estaban. Han seguido saliendo en televisión, diciendo una y otra vez lo mismo, echándose la culpa mutuamente, haciendo chistecitos malos a cuenta de los rivales y lanzándose puyas, unas veces de forma soterrada y otras de forma directa. Al principio resultaba un fenómeno curioso, y algunos casi lo veíamos como un reality, pero llega un momento en que ya se convierte en algo francamente aburrido: unos tipos (y tipas) que parecen vivir en una realidad paralela, ajenos a los problemas de la mayoría de los ciudadanos (que ellos no padecen, por supuesto) y únicamente centrados en su película de buenos y malos… Zapping.

La última prueba de su alejamiento de la realidad: el cálculo de fechas del presidente en funciones para que, si no hay investidura, la gente tenga que ir a votar en Navidad, presumiblemente como método de presión. No creo que llegue a ocurrir, pues ya hay una propuesta que aceptan el resto de fuerzas para que se limite la campaña electoral a una semana, de forma que los comicios serían una semana antes de la fecha prevista. Pero la simple posibilidad refleja, a mi juicio, lo poco que les importa a estos señores la ciudadanía: con tal de seguir con sus movidas, les trae al fresco que los españoles tengan que ir a depositar su papeleta un día en el que la mayoría de ellos suelen estar reunidos en familia, y que a algunos les toque echar el día en los colegios electorales, separados de los suyos, bajo amenaza de cárcel (que ésa es otra). Por no hablar ya del gasto que supone para las mermadas arcas del Estado andar repitiendo cada seis meses las elecciones generales. Y luego seguirán hablando de austeridad…

Pero estas cosas no salen gratis: según un estudio de Metroscopia que publica El País, tres de cada cuatro españoles rechazan unas nuevas elecciones, y culpan de ello a los políticos. Los primeros sentimientos que les vienen a la cabeza son “decepción”, “engaño”, “malestar”, “indignación”, “cansancio” y “vergüenza”, por este orden. Con los datos recogidos, se estima que la abstención subiría hasta un 37% (siempre ha estado en torno a un 30%, lo que ya le hacía a uno formularse preguntas acerca de legitimidad, cuando un tercio de la población pasa del tema). Ustedes sigan así, que ya verán…

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