El apagón

Hay una supuesta “maldición china” que dice: “Ojalá vivas tiempos interesantes”. Todo apunta a que no tiene nada de maldición china y que en realidad este ingenioso “deseo” fue inventado en Europa, pero en cualquier caso su origen sería lo único que tendría de bulo, ya que esas palabras encierran una verdad aplastante: los tiempos interesantes en términos históricos suelen ser bastante complicados a la hora de vivirlos.

Pues bien, da la impresión de que llevamos ya una temporada instalados en una época de lo más interesante, o al menos hemos vivido ya en unos pocos años bastantes días de un enorme interés histórico. La última de esas jornadas tuvo lugar el pasado lunes 28 de abril, cuando a las doce y media del mediodía se fue la luz, y con ella la tele, el internet, los transportes públicos y un largo etcétera de cosas que damos por sentadas y que parece que no lo son.

No voy a entrar en análisis de por qué sucedió o por qué no sucedió de otra forma, quién tiene la culpa y quién no… Creo que ya se ha debatido bastante sin esperar a tener datos y perspectiva para realizar un diagnóstico completo y acertado, y la verdad es que no ha sido algo que me haya extrañado, pues desde hace ya bastante tiempo cualquier cosa que pasa en este país se convierte de inmediato en objeto de pimpampún político y tertuliano, y de verdad que la cosa ya cansa, casi hasta el punto de preferir el apagón (y su consiguiente silencio, qué gusto) a contemplar espectáculo semejante.

Solo destacaré lo curiosa que es esta vida: el mes pasado haciendo coñas con el famoso kit de supervivencia, y bien pronto hemos comprobado que no era tan mala idea. Maticemos: lo chocante fue la solemnidad con que se anunció la medida, casi una llamada a que cundiera el pánico, no su utilidad al menos como consejo. Porque a los que nos gusta ir de acampada o de viaje recorriendo distintos lugares por nuestros medios sabemos que hay una serie de cosas que conviene tener en la mochila o en el maletero (linterna, pilas, cuerda, al menos un par de mudas siempre disponibles, un bañador, preservativos, un botiquín básico, aguja e hilo…). Pues en una casa, lo mismo: linterna o lámpara que no dependa de la red, pilas, un camping gas y una bombona, cerillas y velas, algunas latas y algo de comida que no necesite nevera, papel higiénico suficiente, dinero en efectivo, una radio a pilas…

Y la radio fue otra de las grandes protagonistas de la jornada del 28. Un medio que parecía de capa caída vivió horas gloriosas, con todo dios buscando en el armario o corriendo a los comercios que quedaran abiertos para hacerse con una. Fue el único medio informativo durante horas. Me alegro de verdad por los y las compas de la radio, que dieron lo mejor de sí y volvieron a poner de manifiesto lo valioso que es su trabajo. Bravo.

Y bueno, la verdad es que, pese a la incertidumbre de los primeros momentos, me gustó lo que vi aquel lunes. Vecinos organizándose para asegurarse de que todo el bloque está bien, demostrando de nuevo que la primera reacción cuando las cosas se ponen feas es la solidaridad y el apoyo mutuo. Gente (pero un montón de gente) paseando tranquilamente mientras esperaba a que las cosas volvieran a la normalidad, disfrutando de los barrios, de las calles, de los parques en común, charlando con los vecinos o con otros transeúntes, con los ojos fuera de las dichosas pantallas, aunque solo fuera por unas horas. Ningún altercado, ningún saqueo, nada que alterase la convivencia, porque las personas no somos como nos quieren hacer creer que somos para justificar determinadas políticas de control social.

En fin, tuvimos paciencia y la electricidad volvió horas después: en algunos lugares esa misma tarde, en otros esa misma noche y en otros la encontraron al despertar. No tuvimos que tirarnos varios días sin ella, así que, por favor, antes de quejarse demasiado recuerden que en Cañada Real llevan sin electricidad desde octubre de 2020. Eso sí que clama al cielo.

Foto: Larga cola de espera para coger un autobús junto al palacio de Cibeles el pasado 28 de abril. (Javier Perez Montes)


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