Rinoplastia

Las deformidades congénitas o derivadas de traumatismos de la nariz condicionan dos problemas fundamentales. De una parte, la propia deformidad y el defecto físico; y de otra, la alteración funcional que ocasiona que no se pueda respirar adecuadamente. Algunos pacientes solo presentan esta dificultad respiratoria cuando practican deporte.

Si bien existen técnicas como la rinomodelación con ácido hialurónico, ésta solo corrige de forma parcial y temporal la deformidad. La rinoplastia, por el contrario, es la técnica quirúrgica que corrige la deformidad de la nariz y soluciona los problemas funcionales. Consiste en modificar las estructuras óseas y cartilaginosas nasales para conseguir una nueva forma que mejore la armonía facial. Puede disminuir o aumentar el tamaño de la nariz, cambiar la punta, estrechar los orificios nasales o cambiar el ángulo entre la nariz y el labio superior.

¿Qué nos lleva a querer operarnos de la nariz?

Principalmente, un complejo por la asimetría o la falta de armonía con el resto de la cara, las secuelas de un traumatismo previo, los problemas respiratorios, la presencia de una giba dorsal o nariz aguileña, una nariz demasiado ancha o estrecha, tener una punta nasal muy abultada, etc. Algunos pacientes también consultan porque la punta de la nariz se cae, bien con el paso del tiempo, bien al sonreír. Ambos problemas también pueden solucionarse gracias a la rinoplastia y la modificación de la musculatura que depende del labio superior. De cualquier modo, cada caso necesita un análisis detallado del problema y fijar unos objetivos alcanzables.

Como cirugía que es, debe acometerse en un entorno hospitalario, en quirófano y con anestesia general o, en casos muy seleccionados, local y sedación. El ingreso suele ser de una noche. Durante el postoperatorio, que en ningún caso es doloroso, pero sí molesto por la hinchazón, el paciente puede requerir el uso de tapones nasales y una férula de escayola durante una semana. Tras quince días, esa inflamación ha bajado, pero los resultados definitivos empiezan a poder evaluarse a los 4-6 meses, cuando las estructuras anatómicas se encuentran ya estabilizadas.

Dra. Gema Bustos Martínez.
Cirugía Plástica y Medicina Estética


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