Fotoprotección

Cada año los profesionales insistimos en la importancia de adoptar medidas eficaces para proteger la piel de los efectos nocivos de la radiación solar. La fotoprotección sigue siendo la más efectiva.

Las recomendaciones incluyen el uso diario de fotoprotectores tópicos que contengan filtros físicos y químicos de amplio espectro, así como la incorporación de ropa con protección solar certificada, especialmente en playa o piscina, donde su uso en niños cobra particular relevancia. La protección debe complementarse con el empleo de gafas de sol con filtros UV, sombreros de ala ancha o gorras, y la fotoprotección oral mediante suplementos ricos en antioxidantes. Esta última está especialmente indicada en personas con fototipos bajos (piel clara), con piel sensibilizada por tratamientos oncológicos y con antecedentes de cáncer cutáneo.

Asimismo, se debe evitar la exposición directa al sol durante las horas de mayor intensidad lumínica. Mantener una hidratación adecuada es igualmente esencial, ya que el calor y la radiación solar incrementan el riesgo de deshidratación cutánea. En situaciones de exposición solar prolongada, es indispensable reaplicar el fotoprotector cada dos horas o tras el baño, una sudoración excesiva o el secado con toalla.

La dieta durante los meses de mayor exposición solar debe priorizar alimentos ricos en antioxidantes naturales, que favorecen la producción de melanina, protegen las fibras de colágeno y neutralizan los radicales libres generados por la radiación UV: zanahorias, naranjas, nueces, legumbres y verduras de hoja verde, así como vegetales de color naranja, amarillo o rojo, con alto contenido en betacarotenos. Asimismo, los alimentos ricos en vitamina B contribuyen a mejorar la elasticidad cutánea, y aquellos con elevado contenido hídrico favorecen una adecuada hidratación dérmica.

Después de la exposición solar, la piel requiere una hidratación profunda para la recuperación de la barrera cutánea y mitigar el daño inducido por la radiación ultravioleta. Se recomienda el uso de productos dermocosméticos postsolares formulados con agentes calmantes y regeneradores, como aloe vera, pantenol o ácido hialurónico. La aplicación de aguas termales puede proporcionar un efecto calmante adicional. Es aconsejable evitar el uso de productos potencialmente irritantes, como exfoliantes, retinoides o ácidos, durante las horas posteriores a la exposición. En presencia de quemaduras solares, deben emplearse cremas reparadoras con propiedades antiinflamatorias y calmantes. En casos de quemaduras severas, con aparición de ampollas, dolor intenso o síntomas sistémicos, consultar a un profesional.

Dra. Irene Pinilla García
Cirugía Plástica y Medicina Estética


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