Preocupante aumento del sobrepeso y la salud mental en jóvenes
RAQUEL ARROYO, 24 de julio de 2025
Una llamada urgente a políticas públicas eficaces
La salud de las generaciones más jóvenes enfrenta una doble amenaza: el incremento del sobrepeso y obesidad y el deterioro del bienestar emocional. Expertos de la prestigiosa revista The Lancet han advertido que, de no implementarse medidas contundentes, más de 1.000 millones de jóvenes sufrirán problemas de salud física y mental en 2030.
En España, aunque la prevalencia de obesidad infantil ha disminuido ligeramente en los últimos años, sigue siendo alarmante. Según el Estudio Aladino, en 2023 el 36,1% de los escolares de 6 a 9 años presentaba exceso de peso, una reducción de 4,5 puntos desde 2019. No obstante, esta tendencia positiva excluye a los hogares con ingresos inferiores a 18.000 euros anuales, donde las tasas de sobrepeso y obesidad infantil permanecen inalteradas desde 2011, evidenciando una preocupante y persistente desigualdad social en salud.
En la Comunidad de Madrid, el Estudio ELOIN reveló que, en 2022-2023, el 27,1% de los adolescentes de 14 años tenía exceso de peso, con una prevalencia de obesidad general del 7,9%. Además, se observó que los jóvenes de entornos socioeconómicos más desfavorecidos presentaban un riesgo de dos a tres veces superior de padecer obesidad.
Paralelamente, la salud mental de los adolescentes muestra signos preocupantes. Un estudio respaldado por la Organización Mundial de la Salud indicó que el 38,5% de los jóvenes españoles de 11 a 18 años experimentaban malestar emocional en 2022, afectando más a las chicas (51,2%) que a los chicos (25,2%). Este malestar se manifiesta en síntomas como dolores de cabeza, insomnio e irritabilidad, y está estrechamente vinculado a factores como la insatisfacción corporal y el sobrepeso.
Frente a esta situación, es imperativo que las autoridades implementen políticas públicas integrales que aborden tanto la nutrición como la salud mental. Esto incluye la regulación de la publicidad de alimentos no saludables dirigida a menores, la mejora de los menús escolares, la promoción de la actividad física y el fortalecimiento de los servicios de apoyo psicológico en centros educativos.
La inversión en la salud física y mental de los jóvenes no solo mejora su calidad de vida, sino que también previene enfermedades crónicas y reduce los costes sanitarios a largo plazo. Es responsabilidad de todos Gobiernos, comunidades educativas y familias actuar con decisión para revertir esta preocupante tendencia.