Los arribistas de la política



ANA DE GÓNGORA. Noviembre 2018.

Cada vez se hace más evidente este tipo de personas que, en muchos casos desde muy jóvenes, han llegado a meterse en política sencilla y llanamente para medrar y vivir de ella y, con un poco de suerte y arrimándose al árbol más propicio, llegar a alcanzar las cumbres más altas. Pueden hablar de lo humano y lo divino, sin el más mínimo rigor de temas históricos, de datos de economía u otros parámetros que son fácilmente contrastables. No importa si son veraces o no, porque usan la táctica de los charlatanes de feria: hablar muy alto, muy deprisa y aparentando mucha seguridad e intercalando unas cuantas muletillas que repiten con frecuencia aunque estén fuera de contexto; pintan un futuro catastrófico del que solo ellos podrían salvar al país. Prescinden de principios éticos y morales. Como decía Groucho Marx: “Éstos son mis principios. Si no les gustan, tengo otros”.

Actualmente hay varias personas de estas características rivalizando por ver quién es más agresivo, quién mete más miedo y quién grita más alto, y lo cierto es que no hay diferencia en sus proclamas: si se ve por escrito lo que dicen, creo que no podría distinguirse quién dijo qué. Infravaloran a los posibles votantes porque no los consideran como seres humanos a quienes deberían tratar de convencer con argumentos, con propuestas, con proyectos de futuro. Quienes podrían sintonizar con los principios que representan sus partidos pero tienen su propio criterio y capacidad de discernimiento no pueden sentirse representados por esos diletantes que están demostrando no dar la talla, pues no se sabe si es que no dan más de sí y sueltan las barbaridades que se les ocurren sobre la marcha o, lo que es peor, si dicen lo que realmente piensan y en ese caso probablemente solo contarán con los votos de quienes deciden no por la razón sino por las vísceras.

Positivo a destacar, el 25 de octubre informa Europa Press: el pleno del Parlamento Europeo ha reclamado en una resolución pactada por varios grupos políticos del hemiciclo, incluso “populares” (así aparece en la información de prensa) y liberales, la ilegalización de fundaciones “que exalten y glorifiquen el nazismo y el fascismo”, como la Fundación Francisco Franco, en tanto se trata de “una entidad que glorifica una dictadura y sus delitos”. La resolución ha contado con el apoyo de 355 votos a favor frente a 90 en contra y 39 abstenciones.

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