La mirada de Guillaume Bruère se apodera del Lázaro Galdiano

MUSEO LÁZARO GALDIANO. Febrero 2019.

El autor interpreta con dibujos una selección de las obras maestras del museo que se exhiben junto a las originales del 7 de febrero al 7 de abril

La comisaria de la muestra Guillaume Bruère: dibujos en el museo, Amparo López, señala que, en los últimos años, el Museo Lázaro Galdiano ofrece una mirada de su colección permanente añadiendo alternativamente dos perspectivas sobre la misma: el diálogo con otras colecciones y la reinterpretación de sus obras por artistas contemporáneos. Además añade que “la idea que planteó Guillaume participaba plenamente de nuestra línea de trabajo, conocíamos la calidad de sus obras y nos pareció magnífico contar con su mirada”.

Así, a principios del 2018 el Lázaro Galdiano se convirtió en el estudio temporal de este artista, que fue eligiendo, guiado por su intuición, las obras que dibujaría en un proceso en el que sus ojos se fijan en el trabajo que están admirando mientras sus manos, a una velocidad frenética, manejan lápices de colores, óleos, pasteles y acuarelas. Durante cinco días creó 50 dibujos inspirados en las obras maestras de la colección del museo como El Aquelarre de Goya, San Francisco de Asís del Greco o Meditaciones de San Juan Bautista de Hieronimus Van Aeken, El Bosco, de los cuales se expone una selección de 35 a partir del 7 de febrero en este museo madrileño.

Guillaume Bruère es un artista cuyo prolífico trabajo incluye pinturas, dibujos, esculturas y performances, al que se le ha llamado “dibujante extremo”, tal vez en relación al término informático XP (eXtreme Programming). “Presenciar su manera de trabajar en el museo, aprehendiendo la obra de arte por cada uno de sus poros, fue una experiencia verdaderamente conmovedora”, afirma Amparo López. Se diría que la pintura se apoderaba de su espíritu, poniéndole en un trance en el que ésta lo manejase como a una marioneta. Y en este trance, el artista parece atender el dictado de una conexión energética con la obra pictórica que le es ajena al resto de los mortales.

El trabajo que ha hecho Guillaume —siempre con lápiz, pastel y acuarela sobre papel de 70 × 50 cm—, tanto si la fuente de inspiración era una pintura como si se trataba de una obra de bulto, supone una nueva mirada de la obra en el museo, una síntesis compuesta de líneas de trazo rápido y enfebrecido. Guillaume Bruère nos ofrece una lección de sensibilidad utilizando el museo en su sentido primigenio, es decir, como la casa de las musas que fue; en definitiva, como lugar de inspiración.

Las pinturas de la Colección Lázaro han servido a este artista para realizar una nueva creación en todo caso cargada de su peculiar concepción expresionista de la pintura. Su mirada sobre las obras de la antigüedad se asemeja más a la interpretación de Picasso sobre Las Meninas que a la de Velázquez sobre Tintoretto.

Las obras que forman parte de la muestra Guillaume Bruère: dibujos en el museo son una selección del frenético trabajo realizado por el artista. El conjunto es también una colección, en tanto es producto de su selección. “Una colección de miradas que han conseguido plasmar con escasos trazos la esencia de las pinturas retratadas”, en palabras de la comisaria de la muestra, que podrá verse hasta el 7 de abril.

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