CINE. ‘El Bruto’
ANA FRANCA ÁLVAREZ, 24 de noviembre de 2025
El director Luis Buñuel (Calanda, 1900) es uno de los máximos exponentes del cine mundial. Sus películas son excepcionales y famosísimas: Un perro andaluz, Viridiana, Bella de día, Los olvidados, El ángel exterminador. El director cuenta con otras obras igual de extraordinarias, pero menos recordadas, como Simón del desierto, Él o El Bruto.
El Bruto, a mi juicio, es una joya cinematográfica poco reconocida; es una obra maestra. Cuenta con un estupendo equipo técnico, lo mejor de la Época de Oro del cine mexicano: el guion a cargo del propio Buñuel y su aliado Luis Alcoriza, la edición de Jorge Bustos, la fotografía e iluminación diseñada por Agustín Jiménez, escenografía y decorados del reconocido pintor Gunther Gerzso, el vestuario de José Muñoz, maqui y pelu de Ana Guerrero y sin olvidarnos del sonido a cargo de Antonio Bustos. Además con las actuaciones inconfundibles de Pedro Armendáriz (Pedro “el Bruto”), Katy Jurado (Paloma), Rosita Arenas (Meche), Andrés Soler (don Andrés Cabrera) y Paco Martínez (don Pepe).

La película tiende a un estilo neorrealista en la narrativa y en la estética, lo cual demuestra el alejamiento del “director surrealista” de los años treinta hacia un estilo más crudo y punzante de la realidad de los años cincuenta. Sin embargo, no es capaz de abandonar su origen y se demuestra a sí mismo, al incluir y mezclar diferentes géneros, estilos y elementos como el expresionismo, el cine negro, el melodrama, “un gallo”, lo estridente de una carnicería y elementos que le ayudan a demostrar la crudeza del drama social que ofrece la obra.
La historia se desarrolla en uno de los corrales de la Ciudad de México. Don Andrés Cabrera es dueño de un predio con viviendas y de la carnicería, cuenta gran influencia en el área. Él está decidido a vender el lote para la construcción de casas de lujo; para ello, debe desalojar a los inquilinos, quienes viven en una situación deplorable y de vulnerabilidad social. Los vecinos y las vecinas, incluidos los más jóvenes, están fuertemente organizados en la defensa de sus “cuartos” y alegan ante la autoridad judicial que han pagado rigurosamente sus alquileres y la injusticia que es echarles a la calle.
Por esto, al anciano Andrés le resulta cada día más difícil el lanzamiento de los inquilinos, así que decide convencer a Pedro “el Bruto”, un hombre fuerte, violento y lento de entendimiento para que por medio de la fuerza amedrente a los vecinos y llevar a cabo su ambicioso plan. En tanto, Paloma, la esposa del propietario, vive aburrida de su trabajo y de cuidar a don Pepe, padre de Andrés. Pedro termina por redimirse gracias al amor por la joven e inocente Meche, hija del hombre asesinado por él.
El Bruto no es un melodrama, ni siquiera se planteó como tal, aun cuando reúne todos los elementos: un hombre ambicioso, una mujer fatal, un hombre fuerte y malo, una joven bella e ingenua. Más bien es una obra de denuncia en la que el director muestra su conciencia social al exponer la explotación del hombre por el hombre y la capacidad de transformación moral y psicológica de su personaje principal.
Esta obra no es una película que nos deja indiferentes, y menos es propia del olvido, sino todo lo contrario: nos recuerda el choque del poder, de la avaricia y de la brutalidad de la diferencia de clases. Nos muestra a Luis Buñuel cristalino en su inclinación sincera hacia los problemas sociales de los más desprotegidos.
El Bruto comenzó su rodaje el 3 de marzo de 1952, duró 18 días y tuvo un costo aproximado de 600.000 pesos de la época. Se estrenó en el cine Orfeón de la Ciudad de México con una capacidad de 4.600 butacas. La cinta está en Filmin.

ANA ÁLVAREZ
