Influencia de la Covid-19 en la cirugía urológica

El Dr. José Manuel Duarte, del equipo Urología Integral NSR, destaca que “no se ha descrito hasta el momento transmisión de virus durante los procedimientos laparoscópicos o robóticos”

Con respecto a la patología oncológica, se debe valorar la agresividad de cada tumor y el impacto que puede tener un retraso de la cirugía en la progresión de la enfermedad

La pandemia de coronavirus ha tenido un gran impacto en todos los aspectos de la atención sanitaria, pues ha afectado en distintos grados a todas las especialidades. Aunque no se ha descrito importante afectación del aparato urinario por la Covid-19, la repercusión en la atención urológica ha venido dada por la enorme cantidad de recursos que han debido ser desviados para atender a los pacientes afectados por el virus, lo que ha producido en algunos momentos el bloqueo de las camas de hospitalización y de las UCI, así como de los quirófanos. “En nuestra especialidad esta situación ha provocado una disminución del número de pacientes atendidos en consultas, que en muchas ocasiones se han tenido que hacer de forma no presencial, así como en el número de pacientes intervenidos”, comenta el Dr. José Manuel Duarte, especialista del equipo Urología Integral NSR, del Hospital Nuestra Señora del Rosario.

Ser intervenido estando infectado de forma activa por el virus aumenta de forma muy significativa los riesgos y la mortalidad de la cirugía. Por ello, todos los pacientes que van a ser intervenidos deben ser evaluados preoperatoriamente mediante un test de PCR para descartar infección. Además, los pacientes con Covid-19 y los no infectados tienen circuitos distintos a todos los niveles de la asistencia, de tal forma que no entran en contacto, ni en quirófano ni en reanimación ni en las plantas de hospitalización.

“En quirófano, la técnica anestésica intenta minimizar la trasmisión a través de aerosoles, cuyo mayor riesgo se produce durante la intubación y extubación, por lo que se intenta, cuando es posible, utilizar otras técnicas”, comenta el urólogo, quien añade que, si bien es cierto que no se ha descrito transmisión durante los procedimientos laparoscópicos o robóticos, “se intenta minimizar el riesgo de aerosolización durante las cirugías, mediante la utilización de filtros de partículas”.

Retrasos en diagnóstico y tratamiento

Las repercusiones que puede tener el retraso en el diagnóstico y en el tratamiento dependerán de cada patología. En caso de ser precisa una intervención, cada caso debe ser evaluado individualmente, por lo que se sopesarán los riesgos y los beneficios de la misma, teniendo en cuenta su urgencia y el riesgo de contagio.

Según el Dr. Duarte, aunque habitualmente las cirugías de enfermedades benignas pueden ser aplazadas sin gran riesgo, “hay casos en los que se puede verse afectada significativamente la calidad de vida de los pacientes, como en los portadores de sonda por retención urinaria, o cuando se precisan intervenciones más o menos urgentes, como ocurre con los cálculos urinarios en los cuales no se controla el dolor, se complican con infección o alteran la función del riñón”.

Patología oncológica

Con respecto a la patología oncológica, se debe valorar la agresividad de cada tumor y el impacto que puede tener el retraso de la cirugía en la progresión de la enfermedad. En este sentido, según señala este especialista, parece que en los tumores de vejiga no músculo-invasivos de bajo grado se puede demorar la cirugía sin riesgo entre 3 y 6 meses; sin embargo, los de alto grado o los tumores que afectan al músculo deben ser intervenidos de forma más preferente.

En lo que se refiere al cáncer de riñón, “en los tumores de pequeño tamaño y limitados al riñón parece que demorar la cirugía entre 3-6 meses no afecta al pronóstico, mientras que en caso de tumores localmente avanzados deben ser asimismo intervenidos de forma preferente”, puntualiza.

Por último, si se trata de cáncer de próstata, para los tumores de bajo riesgo se puede utilizar la vigilancia activa, como venimos haciendo desde hace años de forma segura, mientras que en el riesgo intermedio o alto en la mayoría de los casos se puede demorar la cirugía entre 3-6 meses sin que se afecte a la evolución.

En definitiva, concluye el Dr. Duarte, “cada paciente debe ser evaluado de forma individual valorando los riesgos y beneficios de ser intervenido en cada momento y decidiendo de forma conjunta con el médico la mejor opción según el caso”.  

Sobre el Hospital Nuestra Señora del Rosario

El Hospital Nuestra Señora del Rosario es un centro médico quirúrgico de referencia, gestionado por la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, ubicado en pleno centro de Madrid. Con una amplísima gama de especialidades y un servicio de urgencias que funciona las 24 horas del día, destaca en los campos de Neurociencias (Neurología, Neurocirugía, Terapéutica Endovascular y Neurodiagnóstico por Imagen), Cardiología, Obstetricia y Ginecología, Cirugía Ortopédica y Traumatología, Cirugía Plástica, Estética y Reparadora y Urología. Cuenta con un equipamiento tecnológico de última generación (como tres resonancias magnéticas, incluyendo un imán de 3 teslas digital con todas las secuencias disponibles) puesto a disposición de nuestros pacientes, que reciben una atención integral basada en un cuidado que combina la profesionalidad y la humanidad, dentro de una filosofía que persigue evangelizar y dignificar el mundo de la salud.

 

 

 


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