Ya basta

ROBERTO BLANCO TOMÁS. Diciembre 2019. 

Otra vez voy a hablar sobre la violencia machista, y me parece lamentable que tenga que insistir tanto en este tema, que debería estar muy claro y, si no solucionado, al menos en vías de solución a corto-medio plazo. Pero no, ya bien entrado el siglo XXI, todavía esta lacra avergüenza a nuestra sociedad, y además tenemos que asistir al lamentable rebuzno de quienes pretenden negar o relativizar lo que está ocurriendo. Y ya está bien, demonios.

Pero como en esta misma sección ya he dicho en más de una y más de dos ocasiones lo que pienso sobre el particular, hoy no voy a intentar argumentar nada, ya que parece que determinada gente no tiene intención alguna de atender a razones, ellos sabrán por qué o cuál es el propósito que tienen con tal conducta. Me voy a limitar a dar algunas cifras, pues siempre se ha dicho que “números cantan”, y creo que en este caso lo dejan todo muy clarito para quien lo quiera comprender.

Para empezar diremos que en lo que va de 2019 el número de mujeres asesinadas por sus parejas o ex-parejas ya es de 55, según ha informado la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género. Datos oficiales, por tanto, como también lo es la cifra de mujeres asesinadas como resultado de este tipo de violencia desde 2003, año en el que se empezó a llevar registro de ello: han sido 1.033, cantidad que creo que justificaría de sobra hablar de este fenómeno en términos de “terrorismo”, ¿no les parece?

Pero sigamos, ahora con los datos sobre denuncias, que también son tremendos. Para que se hagan una idea, según el Consejo General del Poder Judicial (que tampoco es precisamente un colectivo feminista), en el segundo trimestre de 2019 se interpusieron 40.495 denuncias por violencia de género. De ellas, 801 fueron presentadas por la víctima en el juzgado, 493 por familiares, 1.164 por terceros... y la inmensa mayoría fueron fruto de atestados policiales, 34.297, o mediante partes de lesiones directamente en el juzgado, 3.740. Ahí es nada, ¿eh?

Y vamos a dedicar un párrafo a las denuncias falsas, soniquete recurrente de quienes pretenden negar esta vergüenza: según la Memoria de la Fiscalía General del Estado del año 2018, ésta abrió 14 investigaciones por supuestas denuncias falsas durante todo ese año, lo que resulta un 0,0083% de las 166.961 denuncias por esta cuestión que se presentaron durante el mismo periodo. Desde el 2009 se han registrado 97 condenas por denuncia falsa, un 0,0069% del total. Si le sumamos las causas en tramitación como si fueran sentencias condenatorias (144, lo que es mucho sumar), el porcentaje máximo sería aún ridículo: un 0,010%. En fin, parece que a algunas personas les resulta inspirador lo que decía Joseph Goebbels, ministro de Propaganda nazi: una mentira mil veces repetida (en este caso la de que muchas de las denuncias son falsas) se transforma en verdad. Claro, de tal maestro, tales discípulos...

Bueno, éstos son los datos, y creo que dibujan un panorama bastante claro: en nuestra sociedad, entre todas las violencias que se producen, una de las que destacan de forma bastante clara, pues protagoniza decenas de miles de casos al año, resultando en muerte en decenas de ocasiones, tiene como víctimas a mujeres y como agresores a hombres. Y como me gusta llamar a las cosas por su nombre, rechazo por eufemística la expresión “violencia de género”: hablando con propiedad, este fenómeno se llama “violencia machista”, pues es el macho, desde un rol de macho y con un trasfondo machista, quien la ejerce. Punto.

 

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