Sigue el genocidio

Pasan los meses y sigue el genocidio en Gaza ante los ojos de la comunidad internacional, lo que suma impotencia, dolor y vergüenza a una situación que ya posee estos elementos a raudales. En la fecha de escribir estas líneas son ya 36.000 los palestinos asesinados por el Ejército israelí, cifra que va subiendo de día en día en una operación de limpieza étnica que no tiene visos de ir a parar en un futuro próximo. Ya advirtió el pasado mes de octubre el genocida en jefe Benjamin Netanyahu que la “guerra” (el entrecomillado es mío: una guerra implica dos Ejércitos, cosa que aquí no hay. Como gritan las calles: “No es una guerra, es un genocidio”) iba a ser larga y difícil.

Y lo está cumpliendo: larga porque una limpieza étnica no se hace en dos días, y más difíciles las condiciones de vida en la Franja de Gaza no pueden ser (o sí, que el Estado de Israel está resultando todo un plusmarquista en lo que a crímenes de guerra respecta). Según informaba El País el miércoles 5 de junio, los palestinos se enfrentan a una hambruna en los próximos meses. Como explicaba a dicho periódico Cristina Izquierdo, voluntaria de la ONG Acción Contra el Hambre que acaba de volver de la Franja, “Los palestinos pasan hambre y sus cuerpos no reciben la energía necesaria; se descomponen los tejidos y se ve afectada la piel. Por eso vemos imágenes de personas con apariencia demacrada”. Respecto a los niños, esta cooperante describe la situación como aún peor: “La falta de alimentos ralentiza el crecimiento y el desarrollo. En muchas situaciones es irreversible y el sistema inmune falla. Por eso muchos mueren de alguna infección”. La organización tiene constancia de que el 30% de los niños menores de dos años ya sufre de desnutrición aguda. Recordemos que todo esto ocurre porque Israel impide o dificulta al máximo la llegada de ayuda.

Pero además, el Ejército israelí continúa matando a la población civil de forma directa a diario, con hitos especialmente señalados. El 6 de junio atacó una escuela de la ONU en Gaza, asesinando al menos a 35 personas, de las cuales 14 eran niños y nueve mujeres. Y al cierre de esta edición, el 9 de junio, en una operación que se ha vendido como un gran éxito militar, para liberar a cuatro rehenes han matado a otras 210 personas y herido a 400. La traducción de este hecho es evidente y ya la conocíamos: se considera un éxito porque las vidas palestinas no les importan; de hecho en su Israel les sobran, y en eso están.

En este escenario, debemos congratularnos de que España, junto a Irlanda y Noruega, seguidas por Eslovenia poco después, haya por fin reconocido al Estado palestino. No somos pioneros de nada: el nuestro y los otros tres países son los miembros de Naciones Unidas número 144, 145, 146 y 147 en hacerlo, de un total de 193, ojo al dato. Así que congratulémonos, insisto, de que por fin estemos entrando en el “lado correcto de la historia”, por parafrasear al presidente Sánchez. A ello habría que sumar la decisión del Gobierno de España de “intervenir en la causa abierta por el Tribunal Internacional de Justicia contra Israel por presunto genocidio en Gaza” (El País, 7 de junio de 2024).

Es cierto que se van dando pasos, pero qué quieren que les diga: para el calibre de lo que estamos viendo me parecen insuficientes. También es cierto que no tenemos la capacidad de parar el genocidio de Gaza, pero creo que es importante ejercer toda la presión posible, como asimismo me parece importante escoger bien con quién nos juntamos y con quién no para que nadie nos tome por “amiguitos” o “relativizadores” del genocida. Ruptura total ya de relaciones diplomáticas y comerciales con el Estado de Israel.

Foto: Alisdare Hickson.


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