La variante ómicron

Ómicron, la variante del virus SARS-CoV-2 que por su facilidad de propagación viene centrando la actualidad mediática últimamente, nos está dando duro. Tanto, que tras la bonanza que veníamos experimentando desde verano en el desarrollo de la pandemia (gracias a las medidas de protección que hemos asumido y muy especialmente a las vacunas, que han demostrado de sobra que funcionan, no lo olvidemos), ahora de nuevo la COVID parece estar por todas partes. Como informaba el periódico 20 Minutos (8/01/2022), La Organización Mundial de la Salud confirmaba el 6 de enero que, “por primera vez en toda la pandemia, se superaban los dos millones de contagiados notificados en un solo día en el mundo. Este dato solo refuerza algo que ya se lleva tiempo viendo en España, donde la incidencia de casos no para de alcanzar cifras de récord: que la sexta ola comandada por la variante ómicron sigue en ascenso”.

Bien, lo primero que habría que recordar es que, como también aclara la OMS en su web, “Todos los virus cambian con el paso del tiempo, y también lo hace el SARS-CoV-2, el virus causante de la COVID-19. La mayoría de los cambios tienen escaso o nulo efecto sobre las propiedades del virus. Sin embargo, algunos cambios pueden influir sobre algunas de ellas, como por ejemplo su facilidad de propagación, la gravedad de la enfermedad asociada o la eficacia de las vacunas, los medicamentos para el tratamiento, los medios de diagnóstico u otras medidas de salud pública y social”.

¿Y cómo parece haber variado el virus al “modelo ómicron”? Nos lo explica el doctor Ángel Luis Laguna Carrero, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria: “esta variante posiblemente se puede propagar más rápido, pero por norma general no está causando tanta gravedad como otras anteriores. Sin embargo, por ahora se aconseja seguir las recomendaciones sanitarias, porque también ha habido un ligero incremento de hospitalizaciones”.

Bien, recapitulemos… Estamos ante un proceso natural, que vuelve a recordarnos que la evolución tiene de “teoría” solo el nombre, pues hace mucho ya que sabemos que se trata de una realidad: las especies evolucionan para adaptarse al medio y sobrevivir, y un excelente ejemplo de ello son los virus, que deben propagarse o morir. Así, para propagarse han de atenuar su virulencia a objeto de incapacitar o matar lo menos posible a sus portadores, pues en ese caso se acaba la cadena de transmisión. Así que en realidad todo marcha según esperábamos: una vez quedó claro que el SARS-CoV-2 no se va a ir, la evolución lógica era que paulatinamente nos fuéramos adaptando, nosotros a él creando anticuerpos y desarrollando vacunación, tratamiento y protocolos; y él a nosotros reduciendo la gravedad y la mortalidad resultante de su enfermedad asociada. Con el tiempo se terminará convirtiendo (ya estamos en los inicios de ese fenómeno) en una enfermedad más, que a nadie le asustará coger.

Pero mientras tanto es importante no bajar la guardia, continuar con las medidas de prevención y ponernos la vacuna cuando vaya tocando. Lo estamos consiguiendo, amigos y amigas: no nos paremos ahora que se vislumbra la salida.


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