Elecciones porque sí

El pasado 10 de marzo, tras el anuncio del PSOE y Ciudadanos de presentar mociones de censura contra el PP en el ayuntamiento y la comunidad murcianos, la inefable Isabel Díaz Ayuso disolvía la Asamblea de Madrid y convocaba elecciones autonómicas anticipadas para evitar que le hicieran a ella lo mismo. En efecto, la misma Isabel Díaz Ayuso que decía a principios de febrero, en referencia a las elecciones que iban a celebrarse en un par de semanas en Cataluña, que a ella la habrían tachado de “insensata” y “tipa peligrosa” si hubiera convocado elecciones en plena tercera ola. Cabe imaginar que en el poco tiempo pasado entre una y otra cosa ya habrá asumido tales calificativos, pues es exactamente lo que acaba de hacer.

Pero claro, es que en esta ocasión nuestra presidenta autonómica estaba convencida de que le iban a cascar una moción de censura, y cómo iba ella a quedarse cruzada de brazos y permitir que la oposición se sirviese de un mecanismo perfectamente legal en nuestro sistema político para apearla de su cargo. ¿Aguantar el tirón y defender su gestión en la Asamblea? ¿Por qué hacer tal cosa si puede romper la baraja y evitarse ese mal trago? Sí, las elecciones no salen baratas al erario público, pero Madrid bien lo vale. Sí, estamos en medio de una pandemia, pero es más importante evitar que les desmonten, aunque para ello tengan que aumentar los contagios (y las muertes, pues lo uno va de la mano de lo otro). Sí, las ayudas para paliar los efectos de la pandemia van a quedar paralizadas con todo esto, pero a ellos no les afecta: seguirán cobrando lo suyo cada mes…

Por supuesto, la presidenta autonómica es consciente (ha de serlo por fuerza) de todo lo que he apuntado, y aun así ha tirado p’alante. Y si lo ha hecho es porque los problemas que ocasionan unas elecciones en el escenario actual le deben de parecer menos importantes que las ventajas (políticas) que se pueden obtener de las mismas. Así que no sé lo que pensarán ustedes, pero a mí todo esto me parece la enésima prueba de que a esta gente (la clase política, quiero decir), por más palabrería que despliegue por la tele, le importamos un bledo, y eso como mucho. Les importa alcanzar el poder y mantenerlo, y lo demás solo en la medida que les pueda hacer subir en las encuestas o ayudar a ganar elecciones, que es de lo que se trata. Pero vamos, que tampoco es nada nuevo ni estoy descubriendo el pan con tomate, ¿verdad?

Ahora les voy a hablar un poco de mí. Mis padres y mis suegros no viven en la Comunidad de Madrid. A los primeros llevo sin verlos desde mediados del verano pasado, y a los segundos desde Navidades. Y tampoco quiero verlos hasta que, vacunas mediante, pueda hacerlo con seguridad, sin tener miedo de matarlos accidentalmente. También, desde que comenzó esto, veo mucho menos a mis amigos y amigas: solo alguna vez, a los que están más a mano, de uno en uno o de dos en dos, un ratito y en la calle; nada de “venid a comer a casa y echamos la tarde con discos y unas cervezas”. He reducido mi vida social a tope, salgo mucho menos, y cuando lo hago voy siempre con mascarilla (y la odio con todas mis fuerzas) y miro constantemente la hora para no superar el toque de queda. Ah, y llevo sin ir a un concierto, algo que me daba la vida, desde que empezó la pandemia.

Ojo, que no me estoy quejando. Todo lo hago de buen grado, porque me doy cuenta de que la situación es grave, la pandemia no se va a ir sola y hay que sacrificarse y arrimar el hombro para que esto termine alguna vez. Y como yo, quien más y quien menos ha hecho sacrificios y esfuerzos a lo largo de este año con dicho objetivo. Por eso se me llevan los demonios al ver que a esta gente no le importa ponernos a todos en riesgo con unas elecciones únicamente motivadas por sus peleas de politiqueo (pues a eso es a lo que se dedican, que la política es otra cosa). No hay derecho.


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