¿Camino al desastre?

Tras un adelanto inesperado de los calores, que habían tornado la primavera en verano, en las últimas semanas ha llegado la tan esperada lluvia, pero a lo bestia, con granizo e inundaciones y todo, en un ciclo que se ha repetido (y parece que va a durar) día tras día: sol radiante por la mañana, se nubla a mediodía y cae con fuerza y a trompicones por la tarde. Vale que el tiempo son ciclos, que no será la primera vez que ocurre y que hay quien se alarma con nada, pero no me negarán que últimamente ya van muchas situaciones “no demasiado normales” en lo meteorológico.

En este escenario, hemos podido ver en diversos medios el enésimo aviso de científicos con respecto al cambio climático, que cada vez van considerando más “irreversible”. Esto tampoco es nuevo: una búsqueda en la red nos arroja titulares en ese sentido al menos a lo largo de los últimos tres años, en un tono cada vez más alarmado. Y yo respeto mucho el criterio profesional, así que si estas buenas gentes llevan toda una vida formándose, estudiando y trabajando el tema, entiendo que algo de razón tendrán, o al menos más que tu cuñado o el influencer negacionista de turno.

En ese sentido, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU publicaba hace un par de meses su última evaluación sobre la emergencia climática y cómo abordarla. En ella, venían a decir que “Todavía existen opciones para asegurar un futuro habitable y sostenible, pero lograrlo es cada vez más difícil, la ventana de oportunidad se está cerrando rápidamente”, según se recoge en la página web de la ONG ambientalista internacional Greenpeace. “Para ello, se necesitan cambios rápidos y muy ambiciosos en todos los sectores y a todas las escalas”, remachan.

Esta ONG hace un resumen del informe en diez mensajes clave, que repaso a continuación por ser muy sencillitos de entender. Vamos allá: que “la situación es mala y está empeorando rápidamente”: el cambio climático “ya afecta a todo el planeta y se está acelerando e intensificando” y “Es peor de lo que se esperaba: los impactos y los riesgos se están agravando cada vez antes”. Asimismo, “Es profundamente injusto: las personas que menos responsabilidad tienen en la crisis climática son a las que más les está afectando”; “Lo peor está por venir: con las políticas actuales vamos camino de riesgos mucho más altos que los actuales y de pérdidas irreversibles”; “Pero tenemos una gran oportunidad para cambiar de rumbo: todavía podemos conseguir no sobrepasar el límite de calentamiento medio planetario de 1,5 °C” con medidas urgentes. “Sabemos cómo hacerlo: Es posible reducir a la mitad las emisiones globales en 2030, para iniciar el camino hacia las cero emisiones netas. Hay que abandonar rápidamente los combustibles fósiles: la infraestructura fósil que ya tenemos es demasiada, así que no se puede empezar a construir nueva adicional”. Para ello se necesitan “Soluciones reales, no falsas soluciones, ni retrasos. Las soluciones deben ofrecerse en la vida real, no solo en modelos. La equidad y la inclusión social son fundamentales, imprescindibles: es necesario garantizar los fondos y la financiación para conseguirlas. De cambios paulatinos a transformadores: todos los sectores y todas las manos deben actuar, ¡ya!”.

Pues eso es lo que quería decirles. Y también, y esto lo añado yo, que es importante tener una conciencia climática, pero no debemos olvidar que nuestro efecto individual es insignificante y que nuestra pauta vital viene marcada por la sociedad en la que vivimos. La conducta personal tiene un valor simbólico, pero para cambiar esta situación es necesario cambiar las grandes estructuras que marcan nuestro modo de vida. De poco sirve que yo ahorre electricidad en casa si un gran centro comercial no lo hace. O que yo monte un huertecito en mi balcón si el consumo básico sigue estando basado en el transporte por carretera a larga distancia en lugar de en la producción local y regional. Debemos exigir a las Administraciones y a las grandes empresas que hagan su parte, que esto no es un asunto baladí para rellenar telediarios. Al contrario: nos va la vida en ello.


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