Aneurismas de aorta abdominal

La aorta es la arteria más importante. Sale del ventrículo izquierdo del corazón y lleva sangre oxigenada a todo el organismo. Tiene un tramo torácico y otro abdominal. Acaba a la altura del ombligo, dando lugar a dos ramas terminales (iliacas) que irrigan la pelvis y los miembros inferiores. Un aneurisma es una dilatación localizada e irreversible de algún sector de la aorta. Su evolución natural es hacia el crecimiento y la rotura, y el riesgo de romperse está relacionado con el diámetro del aneurisma: cuanto más grande, mayor riesgo.

Frecuencia, causas y localización. Es una enfermedad frecuente, presente en alrededor del 2% de los mayores de 65 años. En España, mueren cerca de 1.000 personas/año por rotura de un aneurisma. La causa más habitual es degenerativa (arteriosclerosis). Menos frecuentes son: infección, inflamación o algunas enfermedades congénitas. Existe un pequeño porcentaje con tendencia familiar para su aparición. Cerca del 80% suceden en la aorta abdominal, por debajo de la salida de las arterias renales.

Claves diagnósticas. El peligro de los aneurismas reside en que no suelen dar ningún síntoma hasta que se rompen. Los síntomas de rotura son dolor abdominal súbito, intenso e irradiado a espalda con signos de sangrado grave. Algunos aneurismas presentan síntomas previos a la rotura: dolor abdominal inespecífico con irradiación lumbar o ciática. Estos síntomas imitan a los de un cólico nefrítico y con frecuencia conducen a errores diagnósticos. La ecografía abdominal se utiliza para el seguimiento de los aneurismas pequeños, y el escáner con contraste permite planificar su tratamiento. En caso de rotura, la indicación de tratar constituye una emergencia vital.

Opciones terapéuticas. La cirugía abierta consiste en la sustitución de la porción de aorta aneurismática por un tubo protésico recto o bifurcado. No está exenta de complicaciones, con una mortalidad alrededor del 3%. En las últimas décadas se ha impuesto un tratamiento menos agresivo con endoprótesis (EVAR): desde las arterias femorales, por cateterismo y control radiológico, se despliega un sistema de stents recubiertos que aíslan el aneurisma por dentro entre dos zonas sanas. La morbimortalidad del procedimiento es muy baja, pero presenta una mayor tasa de complicaciones a largo plazo, relacionadas con el dispositivo, que pueden comprometer el sellado del aneurisma y que precisan soluciones complejas. De ahí que el seguimiento del paciente tratado con EVAR deba ser exhaustivo y de por vida.

Dr. Fernando Ruiz Grande.
Servicio de Angiología y Cirugía Vascular


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