La huella de carbono, el impacto que no se ve... pero respiramos
ICIAR VIANA RODRÍGUEZ / ALEJANDRO MARTÍN, 24 de julio de 2025
Crónicas de la losa (III)
La idea de construir una zona verde sobre una losa de hormigón puede parecer ingeniosa en un primer momento. Podríamos pensar que estamos ante una solución adecuada para paliar el problema de la escasez de zonas verdes. También que puede contribuir a disminuir el efecto isla de calor que tanto nos afecta en nuestra ciudad y ser una herramienta para el fomento de la biodiversidad.
Esto y muchas cosas más promete el Ayuntamiento con el proyecto de la losa de Ventas, pero como vamos a explicar a continuación, está muy lejos de la realidad.
Según el informe Descarbonización 2024 del Observatorio de Sostenibilidad, “España disminuyó sus emisiones del mercado de carbono en 2023 en un 14%”. Las industrias que más contribuyen en la emisión son las energéticas, las industriales, las cementeras y la aviación, suponen el 32% del total de las emisiones del año 2024. El otro 68% corresponde a los consumos denominados “difusos”: el residencial, la agricultura, el transporte, la calefacción, los servicios, etc. Analizadas las cifras, podemos decir que nuestro país avanza de forma adecuada (aunque nunca es suficiente) hacia el objetivo de descarbonización planteado por la UE.
Si bajamos más al detalle, el sector del cemento es el tercero en porcentaje de contaminación, con el 13%. En cuanto a las empresas, las diez más contaminantes del ranking están lideradas por Repsol, Endesa, EDP y Naturgy, en este orden; entrando FCC (empresa ganadora en UTE de la licitación del proyecto de construcción de la losa) en el puesto 9, con emisiones ETS (mercado europeo) del orden de 3 millones de toneladas. Es también FCC la que menos ha reducido sus emisiones con respecto al año anterior. Mientras el sector en su conjunto ha reducido sus emisiones un 51,14% desde el año 2008 y un 3,05% en el 23, ésta solo redujo un 0,47%.
Como bien sabemos, la producción de cemento es una de las actividades más importantes de la economía mundial y de él y el hormigón dependen las grandes infraestructuras urbanas. Sin embargo, esta industria genera numerosos problemas sobre el entorno, tanto en el momento de la extracción de los materiales como en el proceso de fabricación.
En nuestro caso, para la losa de Ventas, si calculamos el volumen de hormigón según las medidas que conocemos por los medios (189 x 90 m y espesor de 2,7 m) y suponiendo que no sería hormigón macizo, sino alveolado, o sea con agujeros, estaríamos ante una estructura de unas 50.000 Tm. Siendo así, la losa produciría una huella de carbono de aproximadamente 9.000 Tm de CO2. No incluimos en este cálculo ni la fabricación de las columnas ni su transporte, tampoco el trasiego de camiones de gran tonelaje que serán necesarios durante los 29 meses que durarán los trabajos.
Los kilogramos (atención, hablamos de kg, no de Tm) de CO2 que se supone que absorbe un árbol varían en función de la edad, la especie y el estado del propio ejemplar, pero se puede decir que estarían entre los 35 y los 150 kg al año. Si, como nos dicen, van a reponer los 54 que talan con 591 árboles nuevos, y suponemos que desde el primer momento absorban el máximo (150 kg/año), tardaríamos un siglo en compensar la huella de carbono producida por esta obra.
El Ayuntamiento, en el punto 100 de su programa electoral, proponía el desarrollo de “una herramienta para mejorar las emisiones de gases de efecto invernadero en los distritos, de forma que complemente el inventario de emisiones y contribuya a la mejora de la sostenibilidad ambiental”. Proponemos que se desarrolle y se aplique al cálculo de las emisiones de este proyecto. Estamos convencidos de que la conclusión sería pararlo de inmediato y replantearlo.
Partiendo de las dudas que plantea el diseño de una zona verde con un suelo con tan poca profundidad (120 cm máximo según el anteproyecto), donde las raíces de cualquier tipo de vegetación que se coloque van a tener que desarrollarse solo en horizontal, y añadiendo el problema de la contaminación acústica que produce la M30 de por sí, y que se verá aumentada por la estructura abierta por ambos lados, tenemos que sumar el hecho de que la losa está situada en uno de los puntos de mayor concentración de polución de toda la ciudad, aun así no habremos acabado con los efectos negativos del proyecto: tenemos que añadirle la disparatada huella de CO2 que se generará en su construcción sin ninguna utilidad evidente.
¿Para qué construir una losa tan costosa si, a ambos lados de la M30, existen espacios propicios para la creación de zonas verdes? De hecho, ya existen en ambos distritos, y son muy apreciados por la ciudadanía. Hablamos del parque de Sancho Dávila en Salamanca, actualmente en un estado lamentable por la falta de mantenimiento y donde con la excusa del mal estado fitosanitario se han talado varios ejemplares maduros de arces, olmos y álamos. Además, apoyamos la propuesta de recuperar los 40.000 m2 que rodean la plaza de toros, ésta sí verdadera isla de calor, como zona verde.
Por su parte, en Ciudad Lineal, la calle Antonio Pirala cuenta en la actualidad con una línea de arbolado maduro que está previsto que desaparezca por la construcción de las nuevas pasarelas, y donde se ubican unas dotaciones deportivas con mantenimiento escaso o inexistente, pero donde el vecindario disfruta de manera masiva de sus ratos de asueto.
Quizá, como dijo en su momento el afamado Premio Nobel, “...the answer, my friend, is blowing in the wind...” (“…la respuesta está en el viento, amigo…”).
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