La vida no es un juego: ludopatía

Kurhaus-Wiesbaden
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La vida no es un juego: ludopatía


Dr. Amadeo-M. Rey Cabieses Médico

Los emperadores Augusto y Claudio, o los escritores Góngora, Lermontov o Dostoievski eran jugadores empedernidos. Éste último escribió en dos semanas -gracias a su "experiencia" en el casino de Wiesbaden y a la ayuda de su taquígrafa y futura esposa Ana Snítkina- su genial obra El Jugador. Fue un visionario, anticipándose más de un siglo a la definición de la adicción al juego o ludopatía como una enfermedad, adicción no tóxica reconocida desde 1980 como trastorno del control de impulsos por la Asociación Americana de Psiquiatría y por la OMS. En España hay unos 400.000 adictos al juego. Con la proliferación de ciberjuegos, tragaperras y juegos de azar, además de bingos y casinos, el inicio de esta patología es cada vez más temprano.

El 90% de jóvenes ludópatas han sido adictos a videojuegos, consolas y tragaperras. El adolescente que se está convirtiendo en ludópata gasta primero tiempo y luego dinero en el juego. Lo consigue a veces sustrayéndolo a sus padres. Se ausenta del colegio, pierde interés en amigos, familiares y en todo lo que no sea el juego, convirtiéndose en un ser inquieto e irritable que cambia su manera de razonar, sentir y relacionarse. El ludópata siente una incontrolable necesidad de jugar, disfruta con la emoción del azar y de apostar cantidades crecientes de dinero, no puede manejar sus propias emociones y mediante el juego libera su tensión interna. Suele tener ansiedad, depresión, baja autoestima, intolerancia a la frustración o dificultad de adaptación social. Depende emocionalmente del juego y padece enfermedades psicosomáticas y, a veces, otras adicciones como el alcohol. Arriesga o pierde sus relaciones, miente sobre su problema, se arruina, realiza actividades ilegales para financiar su juego… e incluso, en algunos casos, llega a suicidarse.

Para evitar este problema, los padres tienen que dedicar tiempo a sus hijos, controlar su uso de videojuegos y hacerles ver que éstos no sustituyen la vida familiar. El tratamiento del ludópata debe ser personalizado, con psicoterapia de grupo para él y sus familiares y, a veces, con fármacos, ya que hay indicios de un sustrato neurobiológico en esta enfermedad. El ludópata debe dejar de jugar de manera radical, manteniéndose alejado de la tentación y realizando actividades sanas como el deporte. Ayudan mucho las asociaciones de jugadores rehabilitados. Pero en todo ello es fundamental la voluntad del paciente de ser curado, además del apoyo de su familia y su médico.

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