Humor






Enero 2019.





¿Son de verdad los Reyes Magos?





La culpa de que mi abuelo a los 60 años siguiera
creyendo en la existencia de los Reyes Magos fue principalmente de sus padres.
Todos los años sostenían la misma discusión.





— Pepe tiene ya 32 años, querida.
Creo que ha llegado el momento de decirle que son los padres.





Pero a mi bisabuela se le empañaron los
ojos.





— ¡Pobre Pepe!
¡Qué desilusion se va a llevar! ¡Él siempre espera a los Reyes con tanta
emoción…! ¿Por qué no esperamos al año que viene para decírselo?





Y así fueron pasando los años, y a los 50
mi abuelo seguía desconociendo la verdadera identidad de los Reyes Magos.





Todos los años se enteraba por los
periódicos de los almacenes de dónde estaban los Reyes Magos. Aquel día no
podía trabajar debido al nerviosismo que le dominaba. A las cinco de la tarde
despedía a la secretaria en la oficina.





— Mañana
seguiremos, señorita. El recuento de dividendos puede esperar hasta mañana.
Tengo que visitar los almacenes antes de que cierren.





Y don José entraba un momento después en
el establecimiento. En el fondo se mostraban a los niños los tres Reyes Magos.
Le palpitaba el corazón al acercarse a ellos.





— ¿Qué tal viaje
han hecho? —les
preguntaba balbuceante de emoción.





Los Reyes se quedaban perplejos y no
sabían qué decir. Entonces don José solicitaba que le hiciesen una fotografía
con los monarcas de Oriente.





A los 60, don José  escribió, como todos los años, su carta a los
Reyes, que dictó a una de sus secretarias. No hubiera pasado nada sin la
intervención de un nieto suyo. Observó que su abuelo había escrito su carta a
los Reyes, y le dijo:





— Parece mentira,
abuelo, que no sepas lo de los padres. ¡Los Reyes Magos son los padres!





Don José no dijo una palabra. Se retiró a
su habitación y allí prorrumpió en sollozos. Aquella noticia le había
destrozado el corazón. De pronto tuvo una idea. Avisó a su chófer y se hizo
conducir a los grandes almacenes. Allí seguían los Reyes repartiendo sonrisas
entre los niños.





— Buenos días —dijo—. ¿Hacen el favor de decirme una cosa? ¿Ustedes son de
verdad o de mentira?





Uno de los Reyes acercó la boca a su oído.





— ¡Somos de
mentira! —dijo—. Pero que no se enteren los niños.





Y don José se alejó cabizbajo de la
tienda. ¡Se le había acabado el truco! Ahora todos se enterarían de que ya no
creía en los Reyes Magos y se le acabarían los regalitos que había conseguido
durante 60 años gracias a su astuta ingenuidad.





Óscar Pin












Óscar Pin (1929-2014) fue uno de los grandes humoristas literarios de La Codorniz, nuestra alma mater.Empezó a colaborar en ella a la edad de 16 años, manteniendo esta colaboración ininterrumpidamente hasta la desaparición de la revista en 1978. En sus páginas escribió más de 5.000 artículos, siendo autor de parte de la sección Papelín General, parodia del Boletín Oficial del Estado. En 1953 publicó su primera novela, Cuando no hay guerra da gusto, Premio Internacional de Primera Novela de la editorial José Janés en la colección Al Monigote de Papel. A ésta siguieron otras, entre las que destacan Los náufragos del Queen Enriqueta, El pobre de pedir millones, El regalo (Premio Dos Estrellas) y Manual del sufrido viajero. Su humor, bajo una apariencia inocente, portaba un gran carga crítica. Como ejemplo véase este cuentecillo, cuya moraleja no debe quedar oculta: los beneficios que se perciben a cambio de dejarse engañar, o las ventajas de permanecer en la caverna de Platón, conformes y sin abrir el pico.







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