Sistema electoral

(del gr. syn: junto, e histemi: poner). Uno de los componentes del mecanismo oficial y legítimo mecanismo de la realización de la democracia, de la participación de los ciudadanos en la gestión por medio de la institución de las elecciones y del sufragio. Se trata de la gestión del Estado, de las comunidades autónomas, de los municipios, sociedades y organizaciones públicas y de la elección de sus funcionarios, así como del control de sus actividades.

Las elecciones pueden ser directas e indirectas, la votación puede ser secreta o abierta. Existen diferentes métodos de escrutinio de los votos y distribución de los lugares en el Parlamento (sistemas mayoritarios o proporcionales).

Los regímenes autoritarios sustituyen las elecciones efectivas por la aclamación, el plebiscito fraudulento y otros subterfugios, para legitimar su poder. Así han procedido Mussolini, Stalin, Hitler, Nasser, Pinochet, Suharto, Mao Zedong, Saddam Hussein y otros dictadores de la historia.

Por lo demás, la tecnología electrónica aplicada al sistema electoral va permitiendo no solamente acelerar el recuento de votos sino también poner al ciudadano en contacto inmediato con las iniciativas legislativas o los decretos del poder ejecutivo, presionando con su opinión directa (por vía informática), de un modo cuasi-plebiscitario. Esta posibilidad de relación instantánea entre iniciativas y acuerdos, o desacuerdos, crea condiciones de interacción totalmente nuevas. Desde luego, no se debe confundir esta técnica con la encuesta, que está sujeta a la manipulación del Estado o de la empresa encargada de recoger, procesar y suministrar los resultados obtenidos.

Cabe añadir la necesidad de un conjunto de leyes de responsabilidad política que contribuya al control ciudadano de la gestión de los gobernantes. El juicio político, el desafuero, la destitución y otras medidas, como así mismo sus mecanismos de implementación, deben ser claros para su aplicación inmediata. Tal sistema es importante no solamente para el control de las irregularidades, sino para ir acortando el margen de traición al votante que se expresa frecuentemente como el no cumplimiento de las promesas electorales.


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