
CARLOS RODRÍGUEZ EGUÍA. Marzo 2018.
El pintor Valeriano (1833-1870) y el poeta Gustavo Adolfo (1836-1870), sevillanos, eran hijos del pintor José Domínguez Bécquer. El poeta, que prescinde del primer apellido del padre, es conocido como Bécquer. Huérfano de padre en 1846 y de madre en 1847, abandona los estudios de pintura y se traslada a Madrid en 1854, para continuar escribiendo, como ya lo había hecho en Sevilla. Obras suyas se publican en periódicos de la época. En 1858 enferma de tuberculosis, pero no cesa en su actividad como escritor.

Gustavo Adolfo dedica en 1860, a una mujer que no le correspondía, Cartas literarias a una mujer, publicadas en el periódico El Contemporáneo. Éste y otros amores fracasados inspiran sus Rimas, reunidas en el cuaderno El libro de los gorriones, conservado en la Biblioteca Nacional. Durante su estancia en el monasterio aragonés de Veruela para reponerse de uno de los ataques de tuberculosis, escribe Cartas desde mi celda (1864). Le acompaña su hermano, que estaba pasando una más de sus malas rachas económicas. El “Espacio Bécquer”, habilitado en la zona del monasterio donde estuvieron alojados los dos hermanos, contiene textos del poeta y dibujos del pintor. En el Museo del Prado hay cuadros de Valeriano, pintados en 1865-1867, gracias a una beca del Ministerio de Fomento que le permitió recorrer varias regiones, pintando tipos, trajes y costumbres. El mejor retrato del poeta, obra también de Valeriano, se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Enterado de la infidelidad de la esposa, el poeta se separa en 1868. Después de una estancia en Toledo, reside en Madrid, en la
