CINE. ‘Will y Harper’

“Andrew nació en Iowa, era del tipo de tíos que vestía de vaqueros, bebía cerveza mala en lugares cutres, hacía autostop en la autovía, conducía sin problema tres días seguidos y tenía un sentido del humor creativo y rarísimo”, Will Ferrell (California, 1967).

Esta descripción es la de Andrew Steele, que nació en la América profunda (1961),  guionista de Saturday Night Live durante 13 años y que ha sido por más de 30 años su guionista y mejor amigo.

Will Ferrell es descrito como el payaso con el sentido del humor más extraño del mundo, mezcla de realidades que parecen sacadas de anécdotas primitivas; la gente común y corriente no quiere ser el protagonista, pero el morbo del slapstick, a veces antiwoke y exagerado, te empuja a ver, a reír, sorprenderte y molestarte.

Después de la pandemia de 2020, un día de rodaje cualquiera, Will recibe un correo electrónico de Andrew: “Hey Will, quiero que sepas algo. Soy mayor y por ridículo e innecesario que parezca tengo que reportarte esto: voy hacer la transición para vivir como mujer”. “A lo largo de toda mi vida y en especial estos últimos diez años he estado tratando de descubrir qué pasaba. He estado toda la vida intentando reprimirlo. Pero me he rendido”… “Cuando era un crío pensaba que todos los chicos se sentían así, igual que yo. Después pensé que simplemente yo era un chico raro. Quise enterrar ese sentimiento e incluso fui a terapia… Es increíble cuando el cuerpo y la mente se rebelan contra el ser artificial en el que te has convertido. Dudo que mi personalidad cambie mucho por ser una mujer trans. En vez de un cabrón, seré una cabrona. Ahora soy una persona mucho más feliz”... “Más adelante te descubriré mi nuevo nombre”...  Harper Steele.

Will y Harper (Josh Greenbaum. EE UU, 2024) es un roadtrip-doc que emulsiona curiosidades y preguntas compartidas entre dos mejores amigos, quienes emprenden un viaje para descubrir cómo será la vida de Harper en una sociedad estadounidense marcada por banderas rojas y profundos prejuicios culturales hacia el colectivo LGTBIQ+, especialmente hacia las personas trans. En el viaje se encontrarán con situaciones incómodas, transfóbicas, otras profundamente conmovedoras y reveladoras, junto a actos de genuina bondad que forman parte esencial de este proceso. Durante años, Will interpretó personajes con los que, en “nombre del humor”, protagonizaba escenas que jamás deberían dirigirse hacia mujeres trans.

Will y Harper recoge experiencias de aprendizaje entre dos personas que alguna vez fueron dos caras de una misma moneda. Pero todo eso cambió radicalmente con la transición de Harper y con la toma de conciencia sobre el mundo cis, sus privilegios y el poder que siempre lo ha rodeado. Un poder que hoy, incluso, representa una amenaza real para la vida de Harper y de cualquier otra persona trans.

El viaje transcurre entre muchas preguntas: ¿Cuándo lo decidiste? ¿Qué se siente al despertar y tener tetas? ¿Algún día tendrás una vagina? ¿Qué sentiste cuando supiste que habían quemado tu casa? Estas preguntas siempre se formulan en una sola dirección. Una persona cis suele sentirse con el poder  de dirigirlas hacia una persona trans. Pero no ocurre lo contrario: la persona cis puede escudarse en su privacidad, negándose a responder cuando la intromisión es demasiado íntima o personal.

Harper busca ayuda para encontrarse a sí misma, recuperar su humanidad y sentirse segura nuevamente, acompañada por familiares y amigos. Quiere aprender a vivir en una sociedad donde la homofobia y la transfobia empujan con más fuerza que el respeto por la libertad de ser quien uno es. El mundo cis aún tiene mucho que aprender sobre cómo convivir y comprender la vida de quienes transicionan. De eso trata este recorrido.

Will y Harper es un documental honesto que invita a reflexionar sobre el encuentro entre dos realidades: el superpoder cis y la vida del 1% de la población, que sigue siendo profundamente incomprendida, estigmatizada y, cada vez más, vilipendiada.

 

ANA ÁLVAREZ 


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