CINE. ‘El aspirante’
Enhorabuena a todos los estudiantes, nuevos y antiguos, por el reinicio de ciclo 2024-2025. Hoy traemos a esta sección una película independiente, actual y muy madrileña (aunque podría suceder en cualquier lugar): El aspirante (2023), de Juan Gautier.
La historia se ubica en el “Colegio Mayor Tolentino”. Carlos (Lucas Nabor), recién llegado, y Dani (Jorge Motos), estudiantes de Ingeniería, aceptan la “Jornada Cero”: un reto de 24 horas con el fin de ser integrados a la legión del colegio y hacer amigos.
Desde las primeras escenas se entiende que es “una organización” con años de existencia. Su cualidad perfectamente aceptada y asumida por el personal es la masculinidad hegemónica. Alcohol, sexismo y humillación colectiva son sus herramientas.
En el bar del colegio, durante el almuerzo, nos presentan a los diversos personajes, su carácter, su liderazgo, el componente económico y las formas de interactuar entre ellos; insultos, desprecios, altanería, todo a manera de broma entre risa y euforia, tolerada por la autoridad del centro.
Después del almuerzo, los cabecillas sacan a los novatos del lugar y los conducen mientras los golpean e insultan por un pasillo oscuro. Al final los encierran, son aturdidos con megáfonos y voces retorcidas, se les ordena que se desnuden. Ahí los humillan, los hacen sentir insignificantes, poco viriles, entre otras descalificaciones.
Los novatos, entre miedo y risas nerviosas, entregan sus móviles de manera voluntaria. Quienes no quieren participar salen del lugar. Con los jóvenes que quedan, los cabecillas identifican algunas personalidades: débiles, sumisos, engreídos, arrogantes, serviles. Sabrán cómo dominarlos, manipularlos y debilitarlos. Ellos serán sus dueños, sus jueces y sus verdugos.
Como gran final del inicio de la película, aparece en forma de gran líder Pepe (Eduardo Rosas), quien se presenta como el maestro y guía para sobrevivir en la vida según todos los preceptos del hombre celtíbero: agresivo, dominante, con superioridad ante el débil. Los hace presentarse uno a uno para exponerlos, identificarlos y humillarlos; así comienza la historia.
No quiero dejar de mencionar al personaje Lau (Catalina Sopelana), que representa a la facilitadora. Este personaje es importante porque, dentro del mundo machista, siempre existe un sujeto al que se debe humillar más, en donde el poder es absoluto y se ejerce mediante el abuso y la supremacía sobre la mujer.
El aspirante no pretende mostrarte un personaje o “alumno” modelo, una historia modelo entre lo bueno y lo malo. Prefiere arriesgar y sumergirse en las acciones, las decisiones y las consecuencias de cada personaje. La obra desenmascara y fija acciones cotidianas dentro y fuera de las aulas (que pueden ser reales y más) con machismos, que nos ayuda a una reflexión crítica para entender lo erróneo de la acción y, por tanto, entender cuál es o podría ser la acción positiva.
Es una historia que puede parecer aburrida, pero todo lo contrario: está bien construida, bien documentada y bien dirigida. Cine madrileño independiente de calidad. Es una obra pedagógica llena de abusos que nos demuestra que nada de esto es divertido; por lo contrario, son perjudiciales en todo tipo de relaciones sociales.
La obra identifica a su público objetivo, jóvenes universitarios que para este punto de su vida debería estar activado su propio juicio moral y crítico (aunque parece que no). En la película se descargan una serie de acciones por todos conocidas, de las que todos nos queremos librar, pero en cuya vorágine vivimos.
La producción, a cargo de Andrea Gautier; el guion es original de Juan Gautier, Josep Lluís Gómez y Samuel Hurtado. Ganadora del premio WIP del Festival de Málaga 2024, mejor película en el Atlàntida Mallorca Film Fest, premio al mejor proyecto internacional Sitges Pitch Box 2023, entre otros.
Cuenta con un cortometraje del mismo nombre que también le valió al director Juan Gautier el Premio Honorífico a la Libertad de Expresión. Ambas se pueden ver en Filmin.
ANA ÁLVAREZ