Canarias en Madrid: Juan de Miranda lo pintó. La exposición que por fin visibiliza al innovador y poco conocido artista del s. XVIII

En el Museo Lázaro Galdiano, desde el 28 de septiembre hasta el 19 de noviembre 

  • Una muestra organizada por el Gobierno de Canarias, con la colaboración del Cabildo de Gran Canaria, Acción Cultural Española (AC/E), el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y el Museo Lázaro Galdiano de Madrid que, en el tricentenario de su nacimiento, supone un descubrimiento para el público y la puesta en valor de un pintor innovador en su época, y aún poco conocido, que hizo de puente entre dos períodos históricos
     
  • Distribuidas en las plantas baja, primera y segunda del Museo y en la Sala Pardo Bazán, las más de 60 piezas del artista canario Juan de Miranda (1723-1805), salpicadas de múltiples influencias, abarcan desde sus primeros años hasta su última etapa. Estas obras, tanto las que muestran iconografía religiosa como civil -principalmente retratos-, contribuyen a comprender el contexto histórico, social y cultural de esa época en las Islas Canarias 
     
  • En este proyecto ocupan un lugar señalado los aspectos patrimoniales, materializados en una destacada labor de conservación y restauración, y también la importancia de valorar y trasmitir el rico legado artístico del pintor. Una línea afín a la apuesta de José Lázaro Galdiano de salvaguardar el Patrimonio Artístico Nacional
     
  • La exposición se acompaña de un cuidado catálogo con artículos de investigación e imágenes y una serie de actividades paralelas: un concierto que abordará la producción musical de su tiempo, así como una conferencia sobre el ambiente histórico en el que se desenvolvió el artista. Además, dos artesanas joyeras de Canarias han creado una colección de piezas inspiradas en los cuadros de Juan de Miranda, que podrán adquirirse en la tienda del Museo 
     
  • Juan de Miranda lo pintó. La travesía de un artista canario entre el Barroco y la Ilustración recorrerá a partir de enero Tenerife, la Gran Canaria natal del pintor y Fuerteventura, en la continuación de una magna celebración cuyos prolegómenos durante este verano han rociado las islas de música 

“Conocer y reconocer la historia no es solo una obligación, sino también una necesidad, especialmente cuando se trata de recordar y valorar a aquellos que se significaron”. Esta es, según cuenta su comisaria, la catedrática de Historia del Arte Margarita Rodríguez González, una de las principales razones que han motivado la gestación de Juan de Miranda lo pintó. La travesía de un artista canario entre el Barroco y la Ilustración, la exposición conmemorativa del tricentenario del nacimiento de uno de los máximos exponentes del arte canario de la época Moderna, Juan de Miranda (1723-1805). La muestra, que se inaugurará el 28 de septiembre en Madrid en el Museo Lázaro Galdiano, está compuesta por más de 60 obras del maestro tardobarroco y, gracias al Gobierno de Canarias, el Cabildo de Gran Canaria, Acción Cultural Española (AC/E), el Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, supone la puesta en valor de un pintor innovador en su época, y aún poco conocido, que hizo de puente entre dos períodos históricos. 

Precedida de una importante labor de conservación y restauración que evidencia la importancia de divulgar el rico patrimonio cultural legado por el artista, la exposición revela el recorrido artístico de Juan de Miranda por la renovación en la pintura. Es más, “entenderle a él y su obra es comprender la encrucijada del arte del siglo XVIII bajo la mirada de un artista nacido en la periferia del reino que apostó por modernizar y oxigenar el gusto en su tierra tras su regreso a las islas”, explica la comisaria. 

“A pesar de que su influencia y legado son patentes, sus obras no han estado siempre todo lo visibles que deberían”, asegura la directora del Museo Lázaro Galdiano, Begoña Torres. “De ahí esta exposición, que muestra cómo se singularizó en un contexto específico, entre el Barroco y el Neoclasicismo, entre las ideas anteriores y las reinterpretaciones modernas, sabiendo unir conceptos anteriores e ideas dieciochescas en favor de las necesidades de su obra”, añade. “Así es, Juan de Miranda formó parte de un nutrido grupo de artistas invisibles que tuvieron que esforzarse en superar el espléndido pasado pictórico del que bebieron para poder avanzar e incorporar sus propuestas a los gustos de una clientela que, igualmente, no siempre pudo olvidar la tradición”, secunda Margarita Rodríguez. “Fue uno de esos maestros ‘invisibles’ que, aun asumiendo el peso de la tradición, actualizaron la pintura”, explica. 

Como afirman los responsables de Cultura del Gobierno de Canarias, esta exposición, que pone en valor la obra de Juan de Miranda, es “un ambicioso programa, ejemplo productivo de cooperación institucional”, con el objetivo de “sacarle de las sombras y darle el relieve que merece”, añade la Consejera de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Guacimara Medina. 

Juan de Miranda recibió tanto encargos de la Iglesia como de clientela privada, especialmente retratos. Sobre estas líneas, San Miguel arcángel (Circa 1790) y su Autorretrato (det.), 1760.

 

Un controvertido pintor que puso el sello de modernidad en sus obras

Juan de Miranda fue un pintor controvertido que, en pleno siglo XVIII, se opuso al dictamen de un juez que le obligaba a contraer matrimonio con la mujer con la que convivía y tenía hijos, y por portar un puñal y una espada desnudos en el momento de la detención. Por su pobreza no se le condenó a costas y el matrimonio compensaba la indemnización, pero Miranda se declaró en rebeldía y fue enviado al presidio de Orán, desde donde pintaría algunos de sus mejores cuadros y seguiría recibiendo numerosos encargos. Encargos que, inmerso en una sociedad confesional, provenían de la Iglesia y de la clientela privada, y gracias a los cuales se granjeó un importante prestigio. Tanto es así que, en 1756, estando en la cárcel real de Las Palmas, solicitó un aplazamiento para poder acabar una obra de Jesús Nazareno de Telde, y la propia Audiencia reconoció en su sentencia que con su trabajo de pincel hecho en la cárcel mantenía a su madre y a dos hermanas muy pobres. También desde la cárcel envió en 1760 un cuadro al concurso de primera clase de pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en cuyo reverso el pintor se autorretrató. Tras recorrer algunas ciudades españolas, periplo que, al menos en lo pictórico, fue decisivo para la madurez de su obra, en 1773 regresó a Canarias, estableciéndose temporalmente en Tenerife y atendiendo tanto encargos domésticos como eclesiásticos. Falleció en Santa Cruz en 1805, a donde regresó al final de su vida después de un significativo trayecto por las islas.

El recorrido por el Museo Lázaro Galdiano
 
La exposición que el público tendrá oportunidad de ver en el Museo Lázaro Galdiano es una cuidada selección de obras provenientes de colecciones públicas y privadasque abarcan desde sus primeros años hasta su última etapa, donde se convirtió en uno de los artistas más solicitados por la aristocracia y la iglesia.

El recorrido, a lo largo de las plantas baja, primera y segunda del Museo, se organiza en cinco capítulos temáticos -“Retrato civil”, “Retrato religioso”, “Infancia de Jesús”, “Vida pública de Jesús” e “Inmaculadas”- precedidos, en la sala de exposiciones temporales Pardo Bazán, de un Prefacio e Índice, así como de una aproximación a la trayectoria vital del artista y un apartado dedicado a la conservación y restauración del patrimonio. El espectador tendrá ocasión de valorar, entre otros temas, la pintura religiosa, con una importante muestra de la variedad de iconografía y devoción que caracterizó al barroco canario; o la pintura civil, a través del género del retrato, que recoge los rasgos distintivos de la representación de la identidad individual y colectiva del momento. Un testimonio del contexto histórico, social, artístico y cultural de las islas en el siglo XVIII y primeros años del XIX a través de cuadros que, “con su característico estilo pictórico,evidencian el vaivén geográfico en el que vivió Juan de Miranda”, como apunta el presidente de AC/E, José Andrés Torres Mora. Por eso, están salpicadas de múltiples influencias: grabados de la época, el tenebrismo cercano a la escuela de Sevilla (evolucionando en una época posterior hacia una mayor riqueza de colorido), la asimetría del estilo rococó, el juego de luces, el realismo de los rostros propio de los pintores venecianos, la absorción de los modelos de Giordano o Palomino, las Inmaculadas que miran a sus devotos o la escenografía y la teatralidad, esencia de la retórica barroca y clave para entender al pintor grancanario en el panorama nacional. Un sello de modernidad que fue apreciado por los entornos ilustrados catedralicios.


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