¿Violencia en los jóvenes?

FOTO: AMS, Mujeres Para la Salud

EDITORIAL. Marzo 2020.

Muchos se preguntan ahora a qué se debe el crecimiento de la violencia en los jóvenes, como si no hubieran sido las viejas generaciones las que han perfeccionado una violencia sistemática aprovechando inclusive los avances de la ciencia y la tecnología para hacer más eficientes sus manipulaciones.

Algunos destacan un cierto “autismo” juvenil, y teniendo en cuenta esa apreciación podrían establecerse relaciones entre el alargamiento de vida de los adultos y el mayor tiempo de capacitación requerido para que los jóvenes superen el umbral de postergación. Esta explicación tiene asidero, pero es insuficiente a la hora de entender procesos más amplios. Lo observable es que la dialéctica generacional, motor de la historia, ha quedado provisionalmente atascada, y con ello se ha abierto un peligroso abismo entre dos mundos. Aquí es oportuno recordar que, cuando algún pensador advirtió hace décadas sobre aquellas tendencias que hoy ya se expresan como problemas reales, los mandarines y sus formadores de opinión solo atinaron a rasgarse las vestiduras acusando a tal discurso de promover la guerra generacional. En aquellos tiempos, una poderosa fuerza juvenil que debería haber expresado el advenimiento de un fenómeno nuevo, pero también la continuación creativa del proceso histórico, fue desviada hacia las difusas exigencias de la década del 60 y empujada hacia un guerrillerismo sin salida en varios puntos del mundo.

Hoy, por diferentes motivos (guerras, hambrunas, desocupación, fatiga moral) se ha desestructurado la dialéctica generacional, produciéndose aquel silencio de largas décadas, aquella quietud que tiende ahora a ser conmovida por un grito y por una acción desgarradora sin destino.

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