Un nuevo suceso, en la mayor plaza de La Guindalera



CARLOS RODRÍGUEZ EGUÍA. Octubre 2017.

La mayor plaza del barrio de La Guindalera, en el Distrito Salamanca, es la plaza de toros de Las Ventas, nombre de la zona denominada Las Ventas del Espíritu Santo. Su construcción comienza en 1929, se inaugura en 1931 y definitivamente en 1934, durante la II República. Sustituye a la plaza, existente desde 1874, en la parte de la carretera de Aragón, que hoy día es la calle de Alcalá próxima a Goya.

El sábado 12 de agosto de este año, al terminar una novillada nocturna, 29 antitaurinos  mayores de edad y pertenecientes  a Gladiadores por la Paz saltan al ruedo de la plaza de toros de Las Ventas, reclamando el fin de las corridas de toros, en defensa de los derechos de los animales. Detenidos por la Policía y acusados de desórdenes públicos, después son puestos en libertad. No es la primera vez que ocurre un hecho similar. Seis activistas de la Fundación Equanimal saltaron al mismo ruedo el 4 de mayo de 2008, desplegando pancartas con texto en español e inglés, en el que se pedía la abolición de la tauromaquia. Ante la resistencia a ser desalojados, fueron arrastrados por el albero manchado con la sangre del primer toro muerto. Posteriormente serían liberados con cargos. Miembros de la misma Fundación, también en mayo de ese año, descolgaron pancartas con idéntico mensaje en la fachada neomudéjar de la plaza.
'Sería deseable que partidarios y detractores llegaran a un entendimiento'

Estos hechos, repetidos cada vez con mayor frecuencia y virulencia en otras plazas, son síntoma creciente de una extendida oposición al maltrato animal, no circunscrito exclusivamente a las corridas de toros, sino a todos los ámbitos de la vida, particularmente a las fiestas populares en las que el animal es objeto de maltrato. Referente a la tauromaquia, la polémica “toros sí, toros no” viene de antaño. Hoy día se recrudece por el enfrentamiento físico y verbal de antitaurinos y aficionados a los toros.

Los dibujos y grabados de Goya sobre la tauromaquia, que han podido verse en el Museo del Prado y en diversas exposiciones, se utilizan por los antitaurinos como ejemplo de oposición, por parte de Goya, a la fiesta de los toros. Por el contrario, los protaurinos creen que Goya fue un aficionado a los toros y citan una carta de Moratín, escrita en 1827, en la que se dice que Goya ha toreado. Otros testimonios hablan de la afición del pintor aragonés a los toros y de su amistosa relación con toreros. Lo mismo se comenta de Picasso, que también dedica una parte de su obra a la tauromaquia, presenciaba corridas de toros y declaraba a su amigo el torero Luis Miguel Dominguín que le hubiera gustado ser picador.



Frente a quienes en las redes sociales desean la muerte de toreros y de sus defensores,  Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías (1935), de García Lorca, es una muestra de buenos sentimientos hacia el torero fallecido. Lo mismo que en Citación fatal de Miguel Hernández (1910-1942), colaborador desde 1934 de Cossío en la enciclopedia Los toros y cuya obra tauromáquica es una metáfora de la cosmovisión del poeta: gloria y tragedia de la vida, en clave telúrica española. Toro y torero son para él espejos de la humanidad. De El rayo que no cesa (1934-1935) es esta estrofa: “Como el toro he nacido para el luto / y el dolor, como el toro estoy marcado / por un hierro infernal en el costado / y por varón en la ingle como un fruto”.

Al margen de connotaciones artísticas y literarias, no a todo el mundo gusta la lucha a muerte entre toro y torero. Ni tampoco el castigo al toro, antes del lance final, aunque estimule su posible bravura. Los protaurinos, tanto si niegan que el toro sufra como si no les importa, se oponen a la prohibición  de las corridas. Si la fiesta de los toros, de tanta raigambre en España, requiere cambios más a tono con otras ideas de estos tiempos, sería deseable que partidarios y detractores mostraran cordura y llegaran a un entendimiento por bien de todos.

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