La solidaridad es necesaria, no solo en Navidad

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La solidaridad es necesaria, no solo en Navidad


Roberto Blanco Tomás

Sabido es que cuando llegan estas fechas, por una mezcla de tradición y conciencia de que las Navidades suponen un esfuerzo económico extra prácticamente inevitable y que no todo el mundo puede hacerlo, buena parte de la ciudadanía se encuentra más sensible hacia las personas que lo están pasando peor, que cada vez son más. No vamos a decir que esto esté mal, pues siempre es elogiable la conducta de mirar a nuestro alrededor e intentar echar una mano a quien la necesita. Pero me parece importante no olvidar que esta actitud es necesaria siempre, no solo en Navidades.

No creo necesario extenderme sobre la realidad que estamos viviendo, con un porcentaje importante de la población activa en situación de desempleo o en la precariedad más absoluta, con cada vez más familias por debajo del umbral de la pobreza, con recortes en los servicios públicos que suelen afectar más a los que menos tienen, con multitud de personas perdiendo sus casas a manos de los bancos, del IVIMA y la EMVS o de prestamistas… El destrozo social cada día es más acusado, y no hay barrio que se libre, aunque alguno se lleve la palma.

En esta situación, se demuestra una y otra vez que lo único que nos puede aportar algo de esperanza para no sumergirnos del todo en el pozo oscuro que hay debajo de nuestra sociedad es la solidaridad y el apoyo mutuo entre todos y todas. Un buen ejemplo de ello lo constituyen las Plataformas de Afectados por la Hipoteca, en todos los aspectos. Porque perder la casa y terminar en la calle supone perderlo casi todo. Porque antes de que apareciera la PAH, nadie pensaba que fuera posible detener un desahucio. Porque consiguen detener muchos, y la clave está en toda la gente que acude a la llamada, se planta frente a la vivienda y hace imposible el lanzamiento. Y porque la PAH podemos ser todos en un momento dado: la gente que detiene los desahucios no es especial, sino gente normal, como tú y como yo; vecinos que saben que mañana les puede tocar a ellos.

Es un ejemplo, pero hay muchos más: los bancos de alimentos, las redes de comercios amigos, los grupos de parados que se autoorganizan para sumar esfuerzos en busca de empleo, los intercambios de libros de texto, las plataformas de apoyo a la sanidad pública que evitan que privaticen hospitales, los grupos de acompañamiento a personas excluidas de la sanidad pública… Y os voy a contar un secreto: ¡somos nosotros! No es Superman, la OTAN, los políticos o el Capitán Trueno, sino la ciudadanía de a pie la que está resistiendo y consiguiendo cosas que parecían imposibles.

Por eso digo que es necesaria la solidaridad siempre, no solo en Navidad. No estoy hablando de caridad: no se trata de “lavar” nuestra conciencia. Lo que está ocurriendo es real, y requiere que todos, como integrantes de la sociedad, arrimemos el hombro. Porque nos importa, nos afecta, es asunto nuestro y hace falta. Digo yo.

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