La nueva civilización planetaria



EDITORIAL. Septiembre 2017.

A lo largo de la historia, decenas de civilizaciones han surgido, han vivido su momento de apogeo y han declinado. Actualmente, las civilizaciones que quedan en pie como tales dan muestras de agotamiento. Paralelamente, los avances tecnológicos nos permiten empezar a vislumbrar el mundo que viene, que ya está aquí.

Pero… ¿cómo será ese nuevo mundo? ¿Será una simple proyección mecánica de las actuales civilizaciones? ¿Un “libre mercado” globalizado para que unos pocos disfruten de las bondades económicas a costa del padecimiento de la gran mayoría? ¿Un videojuego apocalíptico? ¿Una guerra mundial librada con palos y piedras, al decir de Einstein? ¿O una suerte de Disneylandia en la que el ser humano pierde el sentido de su existencia?

Ninguna de estas proyecciones se cumplirá. El ser humano se encuentra en una encrucijada histórica en la cual los viejos paradigmas ya no dan respuesta, ya no sirven para orientar su acción. El ser humano está buscando un nuevo mundo que cumpla con sus aspiraciones de un destino mayor y no se conformará con los remiendos que pretenden rescatar del naufragio a un sistema malherido y violento.

Ese nuevo mundo será tal como lo construyamos. Y está en nuestras manos, las de todos los seres humanos de este planeta, el que los signos de esa nueva civilización sean los más altos valores humanos: resolución de conflictos por medios no-violentos; ausencia de discriminación por causas físicas, económicas o culturales; ausencia de violencia física, económica, racial, religiosa, de género…; libertad de ideas y creencias; un pensar capaz de observar procesos históricos y relaciones intersubjetivas e interculturales; un ecosistema que sea aprovechable para la vida y no para el consumo desenfrenado de una minoría; una espiritualidad fundamentada en la experiencia profunda de lo humano. En síntesis, una civilización que ponga al ser humano como máximo valor.

Ese nuevo mundo no se podrá diseñar solo en el papel, sino que se construirá con intenciones y acciones humanas. Pero para que éstas lleven la dirección querida, debemos comenzar a estudiarlo, a imaginarlo, a soñarlo, para luego ir poniendo los peldaños que lo hagan realidad.

Hay momentos en que el amor al conocimiento, al progreso y al ser humano ha llevado a las sociedades a sus más altos niveles de desarrollo. En esos momentos humanistas, en los cuales las ciencias y el conocimiento se han abierto paso, se ha avanzado en la superación del dolor y el sufrimiento.

Es el momento de elegir y de crear, el momento de poner nuestras mejores aspiraciones y energías en construir esa civilización universal tantas veces deseada en lo más profundo, a través de puentes lanzados entre “las personas de buena voluntad”, entre representantes de distintas culturas, creencias e ideologías, para la fundación de los pilares de la nueva civilización planetaria.

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