¿El humor es malo para la salud del país?

ANA DE GÓNGORA. Abril 2017.

Hace unos días, en un evento organizado en Bilbao, el presidente del Gobierno hablaba con gran satisfacción de la gran recuperación de la economía del país y la salida de la crisis. Los representantes de grandes empresas le dedicaron loas y parabienes, pero otros asistentes, la presidenta del Fondo Monetario Internacional, economistas de la Unión Europea y otros eurodiputados, sin dejar de reconocer cierta mejora, señalaron que aún falta más y, sobre todo, se refirieron al paro de en torno a seis millones y a la brecha de desigualdad social, que cada día es mayor y de las altas en la UE. Sin tener en cuenta que actualmente cada vez hay más pobres con empleo. Las declaraciones del Gobierno sobre la economía me recuerdan lo que se decía en tiempos de Aznar: “España va bien, los españoles no tanto”.

Sin embargo, lo que parece preocupar a las autoridades son chistes de mejor o peor gusto, sobre todo en Twitter (debe de haber una brigada de la Guardia Civil dedicada a esto, pues son los que los llevan a la fiscalía, y ésta no debe de tener mejor cosa de la que ocuparse). No sé si lo que no les hace gracia es que la gente tenga sentido del humor o simplemente que la gente piense y exprese lo que piensa con humor. Porque hay quienes dicen públicamente frases ofensivas para muchas personas, incluso algunas que podrían considerarse incitación a la violencia, o amenaza directamente, y ninguna de esas personas ha sido demandada o denunciada por ello: ni siquiera cuando las personas ofendidas lo han denunciado ha sido tomado en consideración.

Hay organizaciones llamadas “fundaciones” que podrían considerarse inconstitucionales y que hacen proclamas contra derechos reconocidos legalmente, y no solo no son demandadas, sino que, además, reciben donaciones del Gobierno porque están consideradas de utilidad pública: en torno a un millón de euros reparte entre ellas, según he leído hace poco. Sí, de ese dinero que pagamos todos y que no llega para ayuda a los dependientes, ni para los parados de larga duración, ni para lo que han saqueado del fondo de pensiones, que, según dicen, ahora están pensando de dónde sacar el dinero para la paga extra de junio de los pensionistas.

Últimamente una de estas “fundaciones” ha querido pasearse por todo el país reclamando “libertad de expresión”, los que no escuchan más que a sí mismos, y en vista de que aquí no han tenido mucho éxito, según parece han ido a pasear su autobús a Nueva York. A lo mejor al señor Trump le hace gracia.

En definitiva, parece que lo que inquieta a las autoridades es que la gente pueda desahogarse riendo, lo que ha sido siempre la válvula de escape en nuestro país. Recuerdo que en mi época escolar incluso en el colegio se contaban chistes de Franco que, aunque algunos no los entendiéramos, los íbamos repitiendo. Y a todo esto, ¿los gastos de todos estos juicios quién los paga? ¡Quién va a ser, todos los pagafantas de siempre: nosotros!

 

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