El horror de la violencia

ANA DE GÓNGORA.

La violencia que arrasa vidas indiscriminadamente. Vidas que se cuentan en cifras, anónimas para el mundo, solo un número entre decenas o cientos; no así para sus familiares y seres queridos, que siempre recordarán la persona que era y lo que habría podido llegar a ser si no hubieran segado su vida tan despiadadamente...

Éste es el tremendo horror injustificable que causan el terrorismo y los señores de la guerra. Unos por fanatismo, otros por intereses más o menos ocultos, pero siempre injustificables. Por más que quieran alegarse razones por unos u otros, no las hay. La violencia siempre genera violencia, y para el fanatismo solo es necesaria una mecha para encenderlo y que estalle. Si no valoran sus vidas, cómo van a considerar las de los demás...

En este mundo globalizado se confrontan la irracionalidad fanática y desesperada y el cálculo frío y especulativo de intereses espurios. Estos últimos sí valoran su vida y la de los suyos, por eso desencadenan la violencia lo más lejos posible de su casa, y lo llaman “defensa de...” ¡lo que sea!

Cuando empezó lo de Irak, creo que fuimos muchos los que pensamos que se había abierto el avispero, y se suma lo de Afganistán, Líbano... Lo de otros países africanos ni se tiene en cuenta. Y ahora Siria. Vemos las riadas de personas, de familias que tienen que abandonar su tierra porque ya no les quedan ni casas donde cobijarse (y no faltarán quienes quieran culparles a ellos de la infamia terrible de los atentados en París); así serán doblemente víctimas del horror de la violencia. Los terroristas son otros, unos “seres” que han planificado muy bien dónde hacer un gran daño de resonancia mundial; qué les importa segar la vida de inocentes y causar dolor y terror a su paso... Lo importante para ellos es la gran repercusión mundial. Aunque dicen que es “por Siria”, “por Alá”... No es cierto: es por rabia y fanatismo incontrolable. ¿Y se sabe la procedencia de las armas y explosivos que han utilizado estos terroristas? Quizá tengan la misma procedencia que las de los dos bandos que luchan en Siria.

Entre unos y otros estamos todos los demás, personas con nombres y apellidos, familia, amigos... Como ocurrió en el atentado del Metro de Atocha y en el de las Torres Gemelas de EE UU; como está sucediendo en infinidad de países. Pero esto a unos y otros les tiene sin cuidado, y quién sabe si llegará un día en que no seamos más que un número entre decenas o cientos.

Ana de Góngora

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