¿Cómo protegernos de los daños del sol?

HOSPITAL NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO. Junio 2018.

La exposición solar tiene efectos beneficiosos para la salud, ya que es la encargada de sintetizar la vitamina D y mejora algunas patologías dermatológicas, además de causar sensación de bienestar. Sin embargo, la exposición a la luz solar puede ser uno de los principales causantes del cáncer de piel. También tiene efectos nocivos sobre la estética de la piel al ser una de las primeras causas que producen el fotoenvejecimiento cutáneo, con aparición de manchas, arrugas y flacidez.

Hay que recordar algo muy importante: la piel tiene memoria. Cada rayo de sol que incide sobre ella o quemadura que se produce a lo largo de la vida quedan registrados en el ADN de las células cutáneas. Existen tres tipos luz ultravioleta de los que hay que protegerse: la luz visible, los rayos UVA, los rayos UVB y los rayos UVC. Las nubes no impiden la acción de estos rayos, y su máxima actividad está entre las 12:00 y las 16:00.

El cuerpo tiene una defensa natural frente a los rayos ultravioleta, la síntesis de melanina, la que le da el tono bronceado, pero a veces ésta no se sintetiza en cantidad suficiente por sí sola para protegerse de esta radiación. Por este motivo, es muy importante evitar las quemaduras solares, y más si son de repetición, ya que las reparaciones celulares pueden llegar a ser insuficientes y provocar un daño genético con mutaciones que pueden derivar en lesiones precancerosas y cáncer de piel. Las personas con más riesgo son las que tienen la piel blanca, ojos claros y pelo rubio, propios del fototipo cutáneo I. Las quemaduras, el uso de cabinas de rayos UVA y tomar el sol sin protección solar deben evitarse, sobre todo, en los 30 primeros años de vida, ya que la piel guardará todas la alteraciones que se hayan podido producir a nivel de ADN durante toda la vida.

Cualquier exposición al sol debe realizarse con un fotoprotector. Existen dos tipos, los físicos y los químicos, siendo más efectivos los primeros. El factor de protección mide el tiempo que podemos exponernos al sol sin sufrir quemaduras. Por ejemplo, un FP10 significa que podremos estar al sol 10 veces más sin quemarnos que si no utilizáramos nada. En países como el nuestro se debería usar durante todo el año un FP 30 en las zonas expuestas. En verano, debería ser un FP 50. Los niños no deberían exponerse al sol hasta después del año, ya que su sistema inmune no está totalmente desarrollado. Pasado este tiempo, es recomendable poca exposición solar y siempre con FP 50 pediátrico, que tiene filtros físicos que reflejan la luz y no se absorbe.

Forma de aplicar la fotoprotección: 30 minutos de antes de salir de casa, utilizar también en invierno en las zonas expuestas, renovar cada dos horas o después de cada baño, la cantidad para todo el cuerpo debe ocupar aproximadamente la palma de la mano, se puede reforzar con tratamientos orales que llevan antioxidantes y betacarotenos.
Dra. Ana Álvarez-Viéitez

Dermatóloga Hospital Nuestra Señora del Rosario

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