‘Caray, qué caro está todo’



ROBERTO BLANCO TOMÁS. Enero 2018.

Demonios, vaya final de año hemos tenido, y lo que viene no tiene mejor pinta… Me refiero a la ráfaga de malas noticias para el ciudadano de a pie, concretamente para su siempre débil bolsillo, que nos trajeron los dos últimos días del año. No sabe uno si cortarse las venas o dejárselas largas…

El 30 de diciembre leía en El País cómo “Pensionistas y asalariados pierden poder adquisitivo con el alza del IPC”. Con semejante titular, inmediatamente me despaché la noticia completa, enterándome de que “el IPC se situó en diciembre en el 1,2%. […] La tasa, la más baja del año, supone, no obstante, una pérdida de poder adquisitivo para los funcionarios, los pensionistas y la mayoría de los salarios. Las pensiones pierden casi un punto de poder de compra, dado que la subida aprobada fue del 0,25%, el mínimo que marca la ley [y por cuarto año consecutivo, añado]. Los funcionarios también pierden, dado que sus sueldos subieron un 1%. Si en vez de tomar el dato de cierre del año, el de referencia para pensiones y salarios, se toma la media anual, cercana al 2%, la pérdida de poder de compra es mayor”. Bello panorama, ¿verdad? Pues justo el día anterior el Consejo de Ministros volvía a aprobar la mínima subida de pensiones para el 2018: un año más con solo el 0,25% de subida. En cuanto a los funcionarios, nada de nada, ya que de momento no hay acuerdo entre Gobierno y sindicatos, y aunque lo hubiera no se podría aplicar hasta que no se aprobasen unos nuevos presupuestos, ya que también de momento para 2018 se prorrogan los de 2017.

Al día siguiente, 31, la primera alegría me la da esta vez el ABC: “El precio medio de la electricidad en 2017 ha sido el más alto desde 2008”. Y es que “Los 52,21 euros el megavatio hora de este año suponen un 32% más que en 2016 (39,61 euros MWh)”. Y aparte, “las previsiones para 2018, por lo menos a corto plazo, no son muy halagüeñas […]. Desde la Asociación de Consumidores de Electricidad, que representa a más de 20.000 empresas, prevén que la electricidad estará por encima de los 52,5 euros el MWh en 2018”. En cuanto al subidón de los datos de este año, afirman que “ni la falta de lluvias ni el precio de los combustibles justifican estos precios. Observamos más bien el deseo de maximizar ingresos en tecnologías abocadas al cierre por ineficientes y contaminantes”. Justo al lado leemos también que “El petróleo Brent se dispara a niveles de hace tres años”, lo que tiene como resultado para nuestro país el encarecimiento de los carburantes, “que cierran el año en máximos anuales”. Pues qué bien… Ese mismo día 31, El País hace un repaso de lo que nos llega en 2018: subidas en telefonía, en carburantes, en gas, en el peaje de las autopistas… Posibilidad de que suba el IBI o la plusvalía municipal en 1.831 municipios, en los que se revisarán los valores catastrales… En resumen, que si el 2017 nos ha parecido que todo estaba muy caro, ya nos podemos ir preparando, pues el 2018 viene, en vez de pan, con un bate de béisbol bajo el brazo.

Entiéndase bien: el problema no es que suban los precios, sino que no lo hagan los salarios. Al menos los de la mayoría, pues resulta que, según un informe de Oxfam Intermón presentado en enero de 2017, las tres mayores fortunas de nuestro país poseen la misma riqueza que el 30% más pobre de la población, es decir, 14,2 millones de habitantes, datos que sitúan a España como uno de los países más desiguales de Europa. Lo realmente alarmante es que esta desigualdad va creciendo, ya que el citado informe revelaba que en el último año el incremento de la riqueza del 10% más rico del país había ascendido a casi dos veces el del 90% restante. Como pueden ver, las cosas no van a mejor para la “gente normal”, ya que este sistema no está hecho para ella, sino para que unos pocos se forren en detrimento de la mayoría. Cualquiera que vea un telediario puede comprobar que hay una “élite” económico-política que vive en un mundo distinto, una realidad paralela a la nuestra, tornando a divergente, y que se ríe del resto. Eso no se cambia votando a unos o a otros: es necesario cambiar por completo la forma de organizarse de esta sociedad. Y, como pueden ver por los datos expuestos, hay que hacerlo cuanto antes, pues esto va a peor.

 

 

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