Prioridades: calidad de vida

editorial


Prioridades: calidad de vida, salud y educación


Es necesario que diferentes frentes de acción realicen su trabajo en la base administrativa de los países apuntando al distrito o municipio. Corresponde desarrollar en el área fijada frentes de acción laborales y vecinales, comprometiendo esa acción en los conflictos reales debidamente priorizados. Esto último significa que la acción por la reivindicación inmediata no tiene significado si ella no deriva en crecimiento organizativo y posicionamiento para pasos posteriores. Está claro que todo conflicto debe ser explicado en términos relacionados directamente con la calidad de vida, con la salud y la educación de la población (coherentemente, los trabajadores de la salud y la educación deberán estar directamente implicados).

En cuanto a las organizaciones gremiales se presenta aquí el mismo fenómeno de los partidos tradicionales, por ello no es el caso de plantear el control del sindicato o del gremio, sino la aglutinación de trabajadores que, como consecuencia, desplacen el control de la cúpula tradicional. Debe promoverse todo sistema de elección directa, todo plenario y asamblea que comprometa a la dirigencia y le exija la toma de posiciones en los conflictos concretos de manera que responda a los requerimientos de la base. Y, ciertamente, los frentes de acción en el campo gremial deben diseñar su táctica apuntando al crecimiento de la organización de la base social.

Finalmente, la puesta en marcha de instituciones sociales y culturales actuando desde la base es de suma importancia porque permiten aglutinar a colectividades discriminadas o perseguidas en el contexto del respeto a los derechos humanos, dándoles una dirección común no obstante sus diferencias particulares. La tesis de que cada etnia, colectividad, o grupo humano discriminado debe hacerse fuerte en sí mismo para enfrentar el atropello, padece de una importante deficiencia de apreciación. Esa postura parte de la idea de que “mezclarse” con elementos ajenos les hace perder identidad, cuando en realidad su posición aislada los expone y los lleva a ser erradicados con mayor facilidad, o bien los coloca en posición de radicalizarse de tal modo que los perseguidores justifiquen la acción directa contra ellos. La mejor garantía de supervivencia de una minoría discriminada es que forme parte de un frente con otros que encaminan la acción por sus reivindicaciones en dirección del cambio. Después de todo, es el sistema globalmente considerado el que ha creado las condiciones de discriminación, y éstas no desaparecerán hasta tanto ese orden social insolidario sea transformado.

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