La insuficiencia cardiaca



HOSPITAL NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO. Enero 2018.

La insuficiencia cardiaca se produce cuando el corazón es incapaz de enviar sangre suficiente a los órganos, lo que provoca cansancio y fatiga en las personas que lo padecen. Las causas son múltiples, y es la consecuencia final de otras enfermedades del corazón. Es una patología muy frecuente, ya que casi el 2% de la población adulta la padece.

El principal síntoma es el aumento de la dificultad para respirar (disnea), y se produce por retención de liquido en los pulmones (edema pulmonar), porque el corazón no es capaz de enviarlo con fuerza y se remansa en los pulmones. Cuando este liquido aumenta, se produce ahogo al estar tumbado (ortopnea), y nos obliga a estar sentados o incorporados en la cama, pues en esta posición el líquido baja a las bases de los pulmones y al estar acostados ocupa toda la capacidad pulmonar. Otros síntomas frecuentes son la acumulación de líquido en los tobillos (edemas) y la astenia y el cansancio.

Las causas más frecuentes son la pérdida de fuerza en la contracción del corazón, que se va produciendo con la edad y favorecido por enfermedades como la hipertensión arterial, las alteraciones isquémicas del corazón (obstrucción de las arterias coronarias), las arritmias, sobre todo la fibrilación auricular, las enfermedades valvulares, las infecciones (con más frecuencia las respiratorias), la anemia crónica severa, en algunos casos las enfermedades del tiroides, las miocardiopatías y otras patologías menos frecuentes.

A la hora de diagnosticarla puede ser suficiente con la historia clínica, la auscultación (crepitantes de líquido en los pulmones), un electrocardiograma y una radiografía, pero para hacer un diagnóstico más preciso habrá que hacer ecocardiograma, resonancia magnética del corazón, cateterismos y escáner (TAC) y determinaciones analíticas especificas.

Para prevenirla debemos controlar nuestros factores de riesgo cardiovascular, la hipertensión, la diabetes, el tabaco, el colesterol, la obesidad y el sedentarismo. El tratamiento consiste, sobre todo, en disminuir el líquido circulante (diuréticos), aumentar la capacidad de las arterias o dilatarlas (IECAS, nitritos, calcio antagonistas), controlar el ritmo del corazón (beta bloqueantes y digital) y, cuando se producen episodios más severos, asistencia circulatoria con corazón artificial y trasplante cardiaco.

Como colofón de todo lo anterior, debemos intentar hacer vida cardiosaludable, pero si notamos aumento de la fatiga, que puede llegar a ser de reposo, inflamación en los tobillos, palpitaciones rápidas o arrítmicas y/o dolor en el pecho, debemos acudir a nuestro médico o cardiólogo, que verá si estos síntomas son por insuficiencia cardiaca o por otras patologías que pueden dar síntomas parecidos, sobre todo las enfermedades pulmonares, obesidad, sedentarismo etcétera.

Dr. Antonio Álvarez-Viéitez. Cardiólogo clínico del Hospital Nuestra Señora del Rosario

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