La crisis humanitaria

ANA DE GÓNGORA.

Es triste comprobar que en el siglo XXI, cuando nos creíamos que los occidentales éramos una sociedad avanzada, progresista, evolucionada... cuando llega el momento de demostrarlo y se ha puesto a prueba nuestro civismo y nuestra humanidad, ha resultado un fracaso rotundo.

Desde la Prehistoria existen dos grupos de seres muy diferenciados: una minoría con capacidad de liderazgo y una mayoría que necesita que otros decidan por ellos. En la minoría hay un grupo mínimo, que son los auténticos líderes, aquellos que noblemente quieren guiar y defender a los demás aun a riesgo de su vida, y una mayoría de éstos que lo que quiere es el poder y el dominio, y para ello recurre a cuantos medios están a su alcance. Actualmente podemos constatar que la sociedad sigue funcionando como las tribus primitivas. Los líderes políticos y religiosos se imponen al resto manejando los ancestrales recursos: el miedo y la violencia, que ya sabemos que generan todo lo demás, sirviéndose de todos los medios a su alcance.



El miedo al terrorismo sirve a los líderes occidentales para controlar mucho más a sus ciudadanos, y al mismo tiempo los distraen de temas puntuales sobre su gestión. Ni son capaces de pararse a pensar que muchas más víctimas hay por el tráfico y no por eso se plantean dejar de conducir. Consideran Occidente el ombligo del mundo, y cuentan sus víctimas como lo más terrible. Y efectivamente lo es, nadie tiene derecho a segar la vida de un ser humano,¿pero es que los de otros lugares no lo son también? Según he leído, alrededor del 80% de víctimas de este irracional terrorismo son de congéneres suyos y también islámicos, pero que no interpretan el Corán como ellos quieren. Si nos paramos a considerar esto, comprenderemos que quienes huyen de su tierra teniendo que abandonar sus hogares y su vida son víctimas, y que los terroristas no pasarían por el calvario que ellos están pasando.

El islamismo tiene muchas vertientes, como ocurre con el cristianismo. Podríamos decir que el islamismo está viviendo ahora lo que fue para el cristianismo la Edad Media, y bastaría echar un vistazo a la historia para darse cuenta de lo que fue aquella época. Sin embargo, creo que en el fondo la religión, en un caso y en otro, es un pretexto para servirse del fanatismo que se puede generar en los más manipulables y lograr lo que realmente quieren quienes lo lideran, que es el poder, el dominio y el control de los demás.

En fin, desearía que quienes lideran nuestra sociedad occidental estuvieran a la altura de su cargo y de su época, y de una vez afrontaran la raíz del problema, dejándose de manifiestos y declaraciones hueras. Y que Europa esté a la altura de lo que pretende ser y trate a los refugiados como lo que son: víctimas. Si no por humanidad, que creo escasea bastante, al menos por ser consecuente con la defensa de los derechos humanos, que creo que en su día suscribió.

 

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