Diálogo de besugos



P. GARCÍA.

— ¡Buenos días!

— Buenas tardes…

— ¿Cómo está usted, don Besugo López?

— Muy bien, ¿y usted, don Besugo Pérez?

— ¿Cómo voy a estar, querido amigo? Como es día de elecciones, dispuesto a picar, como buen besugo que soy.

— Exactamente como yo, compañero en la besuguez.

— ¿Se da usted cuenta de cómo está el panorama en una jornada tan señalada como ésta?

— Me doy cuenta, por supuesto: rebosante de bocados suculentos para el paladar de besugos como nosotros...

— Ya. Aunque lo malo es que esos bocados tienen una pinta de cebos con anzuelo echados por los partidos que tumban.

— Como siempre: que cada vez que se abre la veda de la pesca con las elecciones, los partidos cogen la caña, y hala, a pescar besugos.

— Bueno. Si sabemos que los bocados que nos ofrecen llevan anzuelo, ¿por qué picamos?

— Porque unos y otros cumplimos nuestro destino natural: los partidos a pescar y los besugos a picar el anzuelo.

— A picar y a terminar guisados en la mesa de los partidos.

— De todas formas los besugos no nos podemos quejar.

— En absoluto, que somos besugos que nadan en aguas la mar de democráticas…

— Eso es. Y como nadamos en aguas la mar de democráticas, los besugos tenemos libertad para elegir cebo con anzuelo.

— Al no ser únicamente dos partidos los que salen a pescar, sino bastantes más, nuestras opciones se multiplican…

— Cierto. Tenemos un amplio abanico de chefs para elegir el que nos cocine.

— Y, además, gracias a sus programas-anzuelo, podemos escoger si queremos terminar como besugos al horno con ajo, perejil y vinagre o de otra forma.

— Es decir, como besugos al horno con tomates, cebolla y champiñones.

— O como besugos al horno con vino blanco y pan rallado.

— O como besugos al horno con zumo de limón, perejil y mantequilla.

— O hasta como besugos a la parrilla con salsa mayonesa.

— En las aguas de las dictaduras, un solo pescador, que guisa a los besugos como le sale de las narices…

— En las democráticas, en cambio, los besugos elegimos pescador y cómo queremos que nos sirvan a sus mesas.

— Somos unos besugos con una suerte que no nos merecemos.

— Bueno, corramos a picar antes de que cierren los colegios para besugos.

— Corramos, corramos.

— Que usted lo pique bien…

— Lo mismo digo.

— ¡Buenos días!

— Buenas tardes…

 



 

¡"La Codorniz" del siglo XXI!.

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