HISTORIAS DEL DISTRITO. República Literaria del Barrio Salamanca

“Hoy necesito el cielo más que nunca. No que me salve, sí que me acompañe.”
“Cielo”, Claudio Rodríguez    

Hace tiempo que han decidido posarse en mi cabeza los pájaros de la tristeza. Lo hacen a veces, después se van de improviso…Y vuelven de igual manera. Cuando lo observé decidí no forzar que se fueran, aún no han anidado en ella.

Hoy lunes paseo cerca de la que fue mi calle toda una vida. Ha llovido, las alcantarillas se hallan atoradas y el agua se acumula en la esquina de General Oraá con Príncipe de Vergara. Observo mi oscuro reflejo en la sucia superficie del agua. Mi imagen distorsionada apenas es una sombra allá al otro lado del espejo.

Compruebo que he dejado que se vuelva a poner el semáforo en rojo. Recuerdo que aún no escribí mi artículo. Decido instintivamente que ya es necesario dedicárselo a la literatura, que tanto me ha dado.

En mis artículos anteriores ya hablé de Norah Borges y Guillermo de la Torre, Gustavo Adolfo Bécquer, RAMÓN Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez, José Gutiérrez Solana…

Debiera empezar por el murciano Diego Saavedra Fajardo (1584-1648), quien murió en el convento de los Agustinos Recoletos. Como recordarán, se hallaba donde hoy se encuentran la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico de Madrid.

Disculpen si no consideran de rigor considerarlo vecino, pero era una tentación que tan importante personaje de nuestra historia, descollante no solo en cuestiones literarias sino como político y diplomático, no fuera uno de ellos. Después de todo, la placa colocada en la reja de la Biblioteca Nacional parece validar mi postura.

Saavedra Fajardo imaginó en República Literaria una utopía, donde existiría un Estado imaginario gobernado por escritores y artistas.

Claudio Rodríguez, poeta y 'flâneur'

Enumeremos quiénes residieron en nuestra particular República Literaria del Barrio Salamanca:

— Ramón de Campoamor (1817-1901). Recoletos 17. Poeta (uno de los más populares de la segunda mitad del XIX), periodista y político asturiano.

— Benito Pérez Galdós (1843-1920). Serrano 8 (1870). Periodista, escritor y político canario pero que aquí en Madrid se hizo uno más. Aquí publicó La Fontana de Oro (1867-1868) con ayuda de su cuñada. Era el preludio no solo de sus magníficos Episodios Nacionales. Es quizás el mejor cronista del siglo XIX de nuestro país y uno de los mejores novelistas de nuestra historia. Es aquí en nuestro barrio donde comenzó ser popular.

— Armando Palacio Valdés (1853-1938). En Hermosilla 34 y Maldonado 25. Además de escritor, fue periodista enviado especial de El Imparcial en la I Guerra Mundial y director del Ateneo de Madrid.

— Rubén Darío (1867-1916). Serrano 27 (ahora 31). El poeta nicaragüense, además fue político y diplomático. En nuestro barrio ejerció como embajador y ministro de su país (1908-1909). Se carteaba con Antonio Machado, y en este domicilio se fraguó su enemistad con el escritor y periodista bohemio Alejandro Sawa.

— Ramón María del Valle-Inclán (1866–1936). General Oraá 9. Se trata de la casa-palacio del conde de Cedillo. 1928. Precisamente Alejandro Sawa quedó inmortalizado como Max Estrella en la obra de Valle–Inclán Luces de Bohemia. La influencia de este extravagante y genial escritor es indudable.

— Mariano Miguel del Val (1875-1912). Serrano 27 (ahora 31). Aunque dedicado a la abogacía, compaginó su tiempo escribiendo. Y ayudando: gracias a él Rubén Darío pudo montar la embajada… En su domicilio se montó ésta, donde además ejerció como su secretario.

— Antonio Machado (1875-1939). Claudio Coello 13 (16), esquina con Villanueva. Aquí llegó con 8 años (1883). Accedió a la Institución Libre de Enseñanza, entonces en Infantas 42. Vivieron apenas un año.

— Manuel Azaña (1880-1940). Serrano 30. Además de político fue escritor y periodista.

— Francisco Navarro Ledesma (1869–1905). Serrano 70. Ilustre cervantista. Ayudó a Galdós en Ángel Guerra. Fue también periodista y cofundador del semanario satírico Gedeón. A él le dedicó Rubén Darío un poema de Cantos de amor y esperanza.

— Ivo Andric (1892-1975). Velázquez 27. Escritor y embajador de Bosnia (en una parte ocupada por Austria). En 1961 recibe el Nobel de Literatura (aspiraban a él Tolkien, Steinbeck, Frost y Forster). Su obra más conocida sigue siendo la fascinante Un puente sobre el Drina.

— Federico García Lorca (1898-1936). Ayala y Alcalá 96. Federico reside entre 1933-1936 en la calle de Alcalá, y posiblemente escriba La casa de Bernarda Alba. La placa que hay en su recuerdo es maravillosa como él lo era.

— Miguel Mihura (1905-1977). General Pardiñas 97. Tiene tres medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos. Coescribió Bienvenido Mr. Marshall con Bardem y Berlanga.

— Miguel Hernández (1910-1942). Francisco Navacerrada 4 (suprimido siendo alcalde Arias Navarro). El poeta alicantino estuvo un tiempo viviendo allí, donde dormía en una habitación sin derecho a comida y ejercía de conserje de la Academia Morante (1931-1932). Volvió a Madrid apresado por la dictadura para morir en la cárcel de Torrijos (Fundación Fausta Elorz, Conde de Peñalver 65).

— Camilo José Cela (1916-2002). Claudio Coello 91. Aquí escribe Pisando la dudosa luz del día (poesía), Don Anselmo (cuento), y La familia de Pascual Duarte (novela).

— Carmen Laforet (1921-2004). General Pardiñas 107. Allí vivió en 1945 y publicó Nada, con tan solo 23 años. Muchas veces he soñado con ser como ella y conseguir una novela así.

— Claudio Rodríguez (1934-1999). Lagasca 24. Deslumbró este zamorano como un rayo en la oscuridad con Don de la ebriedad, escrito con tan solo 18 años. Al entrar en la Real Academia Española dedicó su discurso a Miguel Hernández. Muchas amistades recuerdan que era un compañero ideal como flâneur por el barrio.

— Aurora Auñón (1937-2018). María de Molina 24 y Villafranca 5. Además, cuenta con la plaza Jardines de Aurora Auñón en Guindalera. De Albalate de las Nogueras (Cuenca). Profesora en nuestro barrio: Colegio General Mola (hoy de nuevo Reina Victoria) y el Instituto Beatriz Galindo. También dedicó su tiempo a escribir tres libros de poesía, una novela, un ensayo.

La plaza de Aurora Auñón, en Guindalera

Sin pensarlo he decidido que ella cierre mi artículo.

“El presente se ahonda en el pasado, / nutre allí sus raíces de la savia más viva / y, al nacer, se hace imagen, / una imagen del ser / que brilla con la fuerza de la vida, / que alumbra en cada instante / ese tiempo fluyente / que al futuro conduce.” (Aurora Auñón, Tiempo en el tiempo).

 

Fe de erratas

En el número anterior, los duendes de la imprenta extraviaron la firma de esta sección, cuyo autor era, es y será nuestro querido compañero Miguel Romero Membrives. En su nombre le pedimos disculpas y aprovechamos para enviarle un fuerte abrazo.


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